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Fernando Silva dirige el hospital de nióos en Managua. En vísperas de Navidad se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió irse. En casa lo esperaban para festejar. Hizo un último recorrido por las salas. En eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón. Se volvió y descubrió que era uno de los enfermitos. Fernando lo reconoció.

Era un nióo que estaba solo. Reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá permiso. Fernando se acercó, y el nióo lo rozó con la mano y le dijo con débil voz: “Dile a. . . dile a alguien, que yo estoy aquí”.*

La soledad de este nióo vencido por la enfermedad y sentenciado por la muerte retrata la soledad del ser humano que se muere condenado en este rincón del universo. Este es el drama de la humanidad. El nióo de Managua plantea una gran necesidad humana: Todos estamos necesitados de una mirada paternal. Esto es válido tanto para el orden natural como para el orden sobrenatural. Psicológica y espiritualmente.

La figura del padre es vital en la historia de cada hombre y mujer. La resolución del conflicto que plantea la relación con el progenitor define nuestro destino. Padre no es meramente el ser que nos engendra, sino aquel que nos protege y nos da seguridad. Ser padre no es meramente un acto biológico, sino fundamentalmente afectivo. Muchos hombres tienen hijos, pero no son padres. Un padre ausente siempre engendra un hijo vacío de sí mismo. La vida del hijo cuyo padre lo abandonó se le hace cuesta arriba. Pero en el mismo lugar donde un hijo de padre ausente permanece caído, otro se levanta. Porque hay un Padre celestial que imparte vida mediante la fe.

En este Día del Padre honramos a todos los padres que asumieron su responsabilidad, y adoramos al Padre celestial que jamás nos abandona.

* Eduardo Galeano, El libro de los abrazos (Buenos Aires: Ed. Siglo XXI), 1989.

El autor es el director de la revista El Centinela.

Padre hay uno solo

por Ricardo Bentancur
  
Tomado de El Centinela®
de Junio 2016