Tan terrible como una sola termita en un trozo de madera es la osteoporosis para nuestro esqueleto. El término osteoporosis fue acuñado por un médico francés (siglo XVIII-XIX), y significa formación de poros en los huesos.1
Nuestros huesos están constituidos por minerales, entre los que se destacan el calcio y el fósforo. Cuando estos minerales comienzan a disminuir, los huesos se tornan menos densos y más frágiles, por lo que aumenta el índice de fracturas.
La población de riesgo está constituida casi en un 80 por ciento por mujeres, y comienza entre los 45 y 50 años de edad. En los Estados Unidos, las estadísticas muestran que hay 34 millones de personas en riesgo de padecerla; y de 25 millones que la padecen, 1,5 millones sufren alguna fractura por año.
Esto implica una pérdida de 4.500 a 6.400 millones de dólares por año a causa de los tratamientos y la ausencia laboral.2
A diferencia de otras patologías, la osteoporosis carece de síntomas que puedan alertarnos a su presencia. Por eso es importante saber cuáles son sus factores de riesgo, y en caso de tener uno o más de estos riesgos, tomar las medidas necesarias para evitarla o detenerla.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo para la osteoporosis se dividen en modificables y no modificables. Entre los primeros están el tabaquismo, el alcoholismo, los medicamentos, el sedentarismo, el bajo peso corporal y una dieta incorrecta. En el segundo grupo se ubican el sexo, la edad, la auto-medicación, ciertas enfermedades padecidas en la niñez y la adultez, las amenorreas prolongadas, los antecedentes familiares de osteoporosis, la menopausia antes de los cuarenta años, la extirpación de los ovarios, y otros.
La aparición de fracturas espontáneas ante leves caídas o traumatismos, sobre todo en huesos largos, así como la disminución de la estatura (por aplastamiento vertebral) en personas de más edad, es una alerta a considerar por el médico.
Clasificación
Hay distintos tipos de osteoporosis: por inactividad, posmenopáusica, senil, hormonal y la atrofia refleja de Sudek. En la primera hay una atrofia del hueso. Al no ejercitarnos, el hueso comienza a reabsorberse. La segunda y la tercera se diferencian si se dan antes o después de los 65 años de edad. Después de los 65 años, más del 50 por ciento de la población la padece, y es detectada radiográficamente, lo que indica que ya hubo una disminución en un tercio o más de la masa ósea.
La hormonal puede verse tras tratamientos prolongados con cortisona o por la híper funcionalidad de las glándulas suprarrenales.
La última es localizada, manos y/o pies, postraumática o pos inmovilización, de carácter reversible y acompañada de edema y rubor.3
La detección y el tratamiento
Entre los exámenes practicados para su estudio y para la evolución del tratamiento se encuentran la densitometría ósea, las radiografías de columna vertebral y la tomografía computarizada cuantitativa. La absorciometría por doble fotón casi es de elección.4
El tratamiento de la osteoporosis implica cambios en el estilo de vida y la prescripción de medicamentos como el calcio, la vitamina D, los bisfosfonatos, el fluoruro sódico y las hormonas (todos ellos deben ser recetados por un facultativo). Algunos de estos retardan el deterioro del hueso viejo, en tanto que otros promueven el crecimiento de hueso nuevo.5
Desde la infancia debemos generar hábitos que incluyan una dieta saludable, el ejercicio físico, mantener un peso adecuado y evitar el consumo de drogas (tabaquismo, alcoholismo, etc.). Así podremos ganar parte de la batalla contra esta patología.
He aquí una mayor clarificación de algunos conceptos.
La dieta adecuada incluye frutas, verduras y oleaginosas. Las almendras, las nueces, los pistachos, el coco, la cebolla, el berro y los coles tienen un alto contenido de calcio absorbible por el organismo, así como lo tienen también las lentejas y los garbanzos. Incorporemos estos alimentos a la dieta. Eliminemos el uso del té, el café y las sodas, pues movilizan el calcio de los huesos e impiden que el calcio ingerido sea absorbido, lo que hace que se pierda por la orina.
Hay muy pocos alimentos naturales que aportan vitamina D. Por ello debemos tomar baños de sol directo (no a través del vidrio) diariamente. Esto hará que nuestro cuerpo forme vitamina D, lo que es esencial para que el calcio se fije en los huesos. Su médico puede darle aportes de vitamina D y recomendarle el tipo de suplemento cálcico que usted necesite (no todos los suplementos cálcicos que se venden son lo que necesitamos).
Ejercitarse a diario, independientemente de la edad que usted tenga, hará una gran diferencia en la cantidad y calidad de su masa ósea. Antes de iniciar cualquier plan de ejercicios, consulte a su médico.
Un peso adecuado a su edad y a su contextura física determinará y disminuirá las probabilidades de padecer osteoporosis, por tener mayor grasa que amortigua en caso de una caída, y por tener más estrógenos que ayudan a fijar el calcio en los huesos.
Como podemos ver, hay mucho que podemos hacer para retardar la aparición de esta patología. La educación y concientización son herramientas clave en esta batalla por la salud. Fuimos creados para ser y estar saludables. Dios se alegra cuando cuidamos nuestro cuerpo, y nos dice por medio del apóstol Pablo: “Hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1, 2). Así que, manos a la obra, ¡y a gozar de buena salud!