Era el 14 de diciembre de 2012. Los habitantes de Sandy Hook, una villa norteamericana del Estado de Connecticut, se alistaban para sus tareas cotidianas en anticipación de las fiestas navideñas. Adam Lanza, joven retraído de veinte años de edad, se dirigía a la escuela elemental de la villa. Los pocos que lo vieron pasar no se imaginaron que venía de matar a su propia madre y que pronto asesinaría a veinte niños y seis adultos con un rifle semiautomático. El incidente consternó profundamente a la sociedad norteamericana. ¿Cómo prevenir lo inimaginable e irreversible? ¿Cómo evitar la muerte de niños inocentes en la escuela? La sociedad norteamericana todavía está buscando respuestas a estas preguntas. Pero detrás de ellas se encuentra una pregunta mayor y fundamental: ¿Cómo prevenir no solo la muerte de niños inocentes sino también la misma muerte?
Aunque la cultura contemporánea generalmente busca respuestas en la ciencia y la filosofía, en el caso de la muerte debemos recurrir a la religión. Aunque las religiones dan respuestas diferentes a lo que pasa después de la muerte, todas parecen coincidir en ver la vida como algo permanente y la muerte como algo pasajero. En otras palabras, las religiones enseñan que cuando morimos, no dejamos de existir, porque continuamos viviendo en otra esfera de la existencia, a saber, la esfera espiritual. Esto lleva a creer que eventualmente la esfera física de este mundo, donde la muerte ocurre, dejará de existir y será reemplazada por la esfera espiritual.
La Biblia presenta una visión completamente diferente. La vida no es una posesión natural y permanente del ser humano, sino un don de Dios que abarca los niveles físico y espiritual (Romanos 6:23). En este contexto, la muerte es la ausencia total de vida en ambos niveles (Eclesiastés 9:5). De ahí que la esperanza del cristiano consiste en recibir la vida eterna como un don que Cristo dará a sus hijos fieles cuando vuelva a la tierra. Esto nos ayuda a entender por qué su venida es la “esperanza bienaventurada” del cristiano (Tito 2:13). Para comprender mejor en qué consiste esta esperanza, consideraremos la forma, los eventos y el tiempo de la segunda venida de Cristo.
¿En qué forma volverá Cristo?
Cuarenta días después de su resurrección (Hechos 1:3), Cristo se despidió de sus apóstoles y ascendió al cielo en una nube (Hechos 1:9). Mientras sus discípulos lo veían ascender, dos ángeles explicaron que Cristo volvería de la misma manera en que lo estaban viendo irse (Hechos 1:10, 11). El mismo Jesús conocido y amado por los discípulos volverá como Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 14:14; 19:11-16). Su venida será un evento histórico de dimensiones cósmicas inimaginables. El apóstol Juan explicó que Cristo “viene con las nubes, y todo ojo le verá” (Apocalipsis 1:7; ver también 2 Tesalonicenses 1:7, S. Mateo 24:30). Consecuentemente, el retorno de Jesús será un evento universal visto y experimentado simultáneamente por todos los seres humanos (S. Mateo 24: 27).
¿Qué ocurrirá?
En su primera venida, Cristo restableció la relación personal y estrecha que había gozado por algún tiempo con Adán y Eva antes de que fueran expulsados del Jardín del Edén (Génesis 3:8-21). Jesús sabía que su partida dejaría un vacío muy doloroso en el corazón de sus discípulos. Para mitigarlo, prometió que después de su muerte, resurrección y ascensión, volvería a buscarlos para nunca separarse de ellos (S. Juan 14:3). Cuando vuelva Cristo, restaurará su relación personal directa e histórica con la humanidad establecida en la creación y perdida por el pecado.
Esto nos lleva al propósito fundamental de la segunda venida de Cristo: poner fin a la historia del pecado (Hebreos 9:28) y erradicar para siempre todo el sufrimiento, dolor y muerte generados por el pecado. Por esta razón, en el momento de su venida ocurrirán acontecimientos mundiales espectaculares comparables solo con la creación y el diluvio universal. Por un lado, todos los que rechazaron la ley de Dios y el perdón de los pecados ofrecido por Cristo serán consumidos por la presencia del Dios santo (2 Tesalonicenses 1:7-10; 2:8). Por otro lado, todos los que aceptaron a Jesús resucitarán para vida eterna, y los cuerpos de los fieles vivos serán transformados (1 Tesalonicenses 4:13–18; 1 Corintios 15:51–54). Ambos vivirán eternamente en la tierra restaurada a su belleza y perfección originales. De esta manera, la armonía espiritual volverá a reinar en el universo creado por Dios. La muerte, las lágrimas, el clamor y el dolor dejarán de existir para siempre jamás (Apocalipsis, 21:1-4).
¿Cuándo volverá Cristo?
Un día cuando salía del templo, los discípulos le preguntaron a Jesús qué señales habría de su venida y del fin del mundo (S. Mateo 24:3). Jesús no les reveló la fecha precisa (vers. 36, 44), pero mencionó acontecimientos de alcance global que les indicarían la cercanía de su venida. Entre ellos mencionó eventos físicos, como pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares (vers. 7). También habló de eventos políticos destacados tales como guerras, rumores de guerra (vers. 6), y conflictos entre naciones y reinos (vers. 7).
Sin duda alguna, las señales más importantes de la segunda venida de Cristo mencionadas en la Biblia se refieren a sucesos espirituales dentro la Iglesia Cristiana. Entre ellos, Cristo destacó la predicación del evangelio bíblico del reino de los cielos a todo el mundo (vers. 14, 31). Esto asume la existencia de una iglesia fiel y comprometida con las enseñanzas de las Sagradas Escrituras y su mensaje de salvación. Sin embargo, esta predicación de alcance global se dará en tiempos de gran conflicto espiritual.
“Se levantarán falsos Cristos” (vers. 24) y falsos profetas (Mateo 24:11, 24) —advirtió Jesús—, que crearán confusión espiritual, especialmente entre quienes desconozcan las enseñanzas de la Biblia. Simultáneamente, la maldad de los seres humanos se intensificará bajo un manto pretencioso de piedad (2 Timoteo 3:1-5). Esto nos advierte que inmediatamente antes de la venida de Cristo ocurrirán actividades religiosas falsas y manifestaciones espirituales sobrenaturales engañosas (S. Mateo 24:24). Estos acontecimientos generarán odio y persecución contra los cristianos que se mantengan fieles a Jesús y esperen con paciencia su segunda venida (vers. 8-13). Con este contexto en mente, Cristo preguntó: “Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” (S. Lucas 18:8).
Conclusión
Como hemos visto, la venida de Cristo será el acontecimiento culminante de la historia humana, que erradicará todo el dolor, el sufrimiento, la injusticia, el engaño, la muerte, renovará la tierra y restaurará el reino eterno de Dios a su perfección y pureza originales. Solo el reinado eterno de Cristo puede asegurar que exista una sociedad en la cual la masacre de Sandy Hook nunca jamás se repita. Esto será posible porque en el reino de Cristo el pecado no existirá más y viviremos por siempre en su presencia, gozando paz, justicia y amor con los fieles de todos los tiempos.
Los cristianos han anhelado siempre la venida de Cristo. ¿Sientes este anhelo en tu corazón? Para experimentarlo, es necesario que conozcas personalmente al Cristo vivo que todavía se revela claramente en las páginas de la Biblia. Allí descubrirás que Cristo ha estado trabajando por la salvación de los hombres desde la caída de Adán y Eva. También verás que a través de su vida en la tierra nos dejó un ejemplo de fidelidad completa a Dios y a sus mandamientos. Sobre todo verás que Cristo murió por ti en el Calvario para que puedas gozar la vida eterna cuando vuelva por segunda vez. Si le rindes tu vida completamente y lo haces tu Dios, Salvador y Guía permanente, el anhelo de su venida arderá en tu corazón y estarás preparado para recibirlo cuando venga en gloria y majestad.
El autor es profesor de la Universidad de Andrews en Berrien Springs, Michigan.