La vida de mi madre giraba alrededor de sus hijos. Ella disfrutaba su maternidad, pero también se cansaba. Por ser uno de los hijos mayores, yo me daba cuenta del desgaste físico que le causaba a mi madre. Nunca la vi relajarse en una piscina, ni tomar tiempo para hacer ejercicio o salir de vacaciones. Si eres una madre igual de esforzada y abnegada, toma en cuenta estos consejos.
Dormir bien
El descanso es vital para la salud. El sueño restaura las energías, reduce el estrés y contribuye a una vida saludable. El ambiente de la recámara debe ser tranquilo y oscuro, porque la oscuridad promueve la producción de melatonina, una hormona que facilita un mejor sueño. Procura dormir ocho horas cada noche.
Ejercicio
Cada mañana, antes de las actividades del día, haz quince minutos de ejercicio. Después, cuando disminuyan las ocupaciones, vuelve a hacerlo. No te preocupes por hacer mucho a la vez. Conviértelo en una prioridad.
Sé positiva
Los problemas de los hijos afectan a las madres. Por eso, pon atención al viejo proverbio: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”. (Proverbios 22:6). Educa a tus hijos lo mejor que puedas, ora por ellos siempre, y encomiéndalos a Dios. No dudes. Confía en que Dios los cuidará.
Estos tres consejos pueden contribuir a tu salud y a tu felicidad. Haz lo mejor que puedas, pide la fortaleza divina, y sé saludable y dichosa. ¡Feliz día de las madres!
El autor es nutricionista y entrenador personal. Escribe desde Seattle, Washington.