Por qué la gente tiene miedo a morir? Algunas razones pueden ser: por miedo a la extinción, por temor a lo desconocido, o por dejar a los seres amados y causarles una gran tristeza. El enigma de lo que hay más allá de la muerte a unos les ha causado ansiedad y una tenaz resistencia ante la muerte, pero a otros los induce a querer morir, para lograr una recompensa futura o una vida superior.
Hay en nuestra naturaleza un instinto de supervivencia y resistencia a la muerte; por eso cuando enfermamos acudimos al médico.
En el plan original de Dios, todos los seres vivientes tendrían vida eterna, pero con la entrada del pecado en el mundo, llegamos a ser mortales. Prueba de ello es que todos los pueblos tienen casas funerarias y cementerios. El pecado puede ser comparado con una enfermedad congénita, donde todos al nacer están infectados y destinados a morir.
La segunda muerte
Muchos desconocen la realidad de una segunda muerte. Esta idea podría producir confusión o ansiedad, pero la buena noticia es que Dios tiene un plan para despejar todas estas incógnitas y erradicar la muerte.
La Biblia habla de dos muertes, la primera y la segunda. La primera llega como consecuencia del pecado. San Pablo declaró: “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). En referencia a la segunda muerte, el apóstol Juan escribió: “Los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:8).
La segunda muerte es el castigo por el pecado, la separación final de Dios. Entonces él dará el pago final a los pecadores que no se arrepintieron de sus pecados. A diferencia de la primera muerte, que sucede a todos los seres humanos por causa del pecado, y en la que hay esperanza de resurrección para vida eterna, de la segunda muerte no hay tal esperanza.
Cristo sufrió la segunda muerte
Un hecho importante en el plan de salvación es que nuestro Señor Jesucristo ya experimentó ambas muertes, las que ocurrieron cuando murió en la cruz. San Lucas relata: “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró” (S. Lucas 23:46). San Juan agrega: “Dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu” (S. Juan 19:30). La primera muerte era el cumplimiento de la profecía de que Jesús moriría como un cordero sacrificado, por causa del castigo físico. Pero la segunda muerte fue para satisfacer las demandas de la justicia de Dios y cancelar la deuda del ser humano mediante sus méritos, para derribar así el muro de separación entre Dios y la humanidad. Jesús fue el Sustituto del hombre, sufrió la muerte que al ser humano le correspondía. Liquidó la deuda y murió por todos. San Juan reafirma este hecho: “él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).
Para comprender mejor este misterio, recordemos lo que ocurrió en el monte Calvario, donde Jesús fue crucificado entre dos malhechores. De acuerdo al evangelio, uno de ellos se arrepintió y aceptó la promesa de Jesús: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (S. Lucas 23:43). Así le aseguró que en el día de la resurrección recibirá la vida eterna. Al morir Jesús, llegó a ser el Sustituto del pecador, y en ese instante pagó su deuda, la muerte eterna. La Biblia corrobora este hecho: “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” (Apocalipsis 2:11). El malhechor ya murió la primera muerte como consecuencia de las heridas físicas que le propinaron, pero lo más importante es que Cristo ya pagó su deuda. Por ello, en el advenimiento de Cristo resucitará en la resurrección de los justos.
Sin embargo, el otro malhechor no aceptó el ofrecimiento divino, y murió bajo condenación. Jesús les ofreció a ambos la oportunidad de salvación, así como a toda la humanidad. Uno la aceptó y el otro la rechazó. Ellos representan a los dos grupos de seres humanos, los que aceptan y los que rechazan el evangelio.
Morir o vivir
Volvamos al interrogante inicial: ¿Tienes miedo a morir? La naturaleza humana contesta que sí, pero la fe contesta que no, porque Cristo Jesús ya pasó por la segunda muerte en lugar de nosotros. Respondamos ahora a otro interrogante: Ya que los dos malhechores crucificados al lado de Jesús representan a los dos grupos de la humanidad, ¿con quién de ellos te identificas? ¿Con el que creyó o con el otro ¿Ya aceptaste a Jesucristo como tu Salvador personal? Si así no fuera ¿estarías dispuesto a aceptar a Jesucristo como tu Sustituto? Acéptalo, porque él dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque esté muerto, vivirá” (S. Juan 11:25).
¡Decídete hoy mismo a entregar tu vida a Jesucristo!
El autor coordina las actividades de las iglesias adventistas de habla hispana en Colorado.