Si su presión sistólica es de 140 o más milímetros de mercurio, y la diastólica llega a los 90 milímetros o más, usted sufre de alta presión. Pero la presión arterial alta muchas veces puede ser controlada con un estilo de vida sano. Estos consejos pueden ayudarle a normalizar su presión sanguínea sin depender tanto de medicamentos farmacéuticos, y sin necesitar cambios radicales en su estilo de vida.
- Perder unos kilos de grasa corporal
La presión arterial tiende a subir a medida que el peso en grasa aumenta. Si pierde cinco kilos (diez libras) se sentirá mejor y podrá reducir la presión arterial. Adopte un estilo de vida que le permita rebajar aproximadamente un kilo (dos libras) cada semana. Consulte a su médico para saber cuál es su peso ideal y para determinar el mejor plan para alcanzar dicho peso.
- Comer saludable
Una dieta rica en cereales integrales, frutas, semillas, verduras y grasa esencial (omega-3) puede ayudar a reducir la presión arterial. Este régimen no es nuevo. En la creación Dios le dijo al hombre: “He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer” (Génesis 1:29). Desayune un cereal integral con leche de almendras, frutas picadas y unas nueces. Esto lo nutrirá y le dará el máximo rendimiento.
- Hacer ejercicio regularmente
Hacer de 30 a 60 minutos de ejercicio cada día es de gran provecho. Si ejercitarse durante una hora o treinta minutos se le dificulta, puede hacer ejercicio en intervalos de diez minutos a la vez durante el día.
Es necesario que primero visite a su médico, para que él le indique los ejercicios adecuados a su condición. Por lo general, siempre hay una manera de ejercitarse. Si lo único que puede hacer es caminar, eso es un buen comienzo.
Siga estos consejos y su presión arterial mejorará. No lo deje para mañana. Recuerde este consejo bíblico: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el [sepulcro], adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10). Esfuércese y Dios lo ayudará. La salud y el bienestar para usted comienzan hoy.