¡Arriba!
Si al cielo queréis subir,
la cruz es regia carroza:
por eje lleve la fe,
y en redas de amor se monta.
Tiene dos corceles ígneos
los deseos que la arroban,
y que arriba y siempre arriba
van en alas voladoras.
Quien la guía es Jesucristo,
que de la cima del Gólgota,
ya del mundo vencedor
en ella subió a la gloria.
—Jacinto M. Verdaguer
¡Jesús!
Tu nombre es la dulzura,
divino Salvador;
tu nombre es la hermosura,
¡tu nombre es el Amor!
Tu nombre es melodía
celeste y virginal;
de paz y de alegría
divino manantial.
Tu nombre es la esperanza
de eterna salvación,
suprema bienandanza
del pobre corazón.
Tu nombre es don del cielo,
es luz y es la Verdad,
suavísimo consuelo
y fuente de bondad.
Tu nombre es lo más santo
que tierra y cielo vio;
irresistible encanto
que al mundo Dios le dio.
Tu nombre es la caricia
más dulce que la miel,
más suave que la brisa
del célico Vergel.
divino Salvador:
tu nombre es la pureza,
tu nombre es el ¡Amor!
—Jacinta Dillon Segovia
Jesús
Con blancura de lirios, de luz y de estrella
llegó hasta los hombres trayéndoles amor,
las sendas eran rudas y él quiso hacerlas bellas
con su sonrisa buena les ahuyentó el dolor.
Puso pétalos de rosa al ardor de las heridas,
fue manso sobre el polvo de todos los caminos;
encendió lámparas claras en las selvas sombrías
y dio luz a las almas con sus ojos divinos.
Bajo su mirada, en el campo rudo,
doblaron las espinas hirientes los cardos;
los guijarros se hicieron capullo desnudo
y fue caricia leve el dulce mirar de sus ojos pardos.
Se cubrió de flores el espino punzante
y la charca oscura tornóse cristalina;
en la boca maldita dejó un beso fragante
y la tierra fue más bella con su mirada divina.
Él fue por los senderos del mundo
derramando sus palabras sabias, perfume de luz;
ella fue bálsamo en la herida del mundo
y los hombres le clavaron sobre una dura cruz.
—Ana Vivanco Vidal