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Si un Dios triuno creó el universo, entonces la noción del amor como principio de vida tiene sentido. Porque el amor solo existe en una relación.

Amas. Sin duda amas a alguien o a varias personas en estos momentos. A tu cónyuge si eres casado y a tus hijos si los tienes, o a tu novio o novia; a tus padres, a tus parientes, o a tus nietitos. Sabes que ese amor que sientes es la fuerza que te permite levantarte cada día y que sin ese amor no podrías vivir.

Hieres y lastimas. Lo haces con aquellos a quienes tanto amas. Quizás más de una vez reaccionaste exageradamente ante la provocación; quizás has herido. O quizás sientes que has dejado de amar. Quizás te sientes vacío y por eso hieres.

Te hieren y lastiman. Quizás tu amor no es correspondido y la indiferencia es lo único que queda en tu relación. O tus hijos se han salido de control, o el caos y la oscuridad han descendido a tu vida.

Pero en medio del caos y las tinieblas, en medio del desgarramiento producido por las relaciones rotas, todavía crees en el amor porque en tu corazón sigue palpitando esa fuerza que se llama esperanza. Es la esperanza la que hace creer al ser humano. Y cuando se trata del amor, nuestro corazón no se cansa de buscar. Incluso si no encuentra lo que busca. No se cansa, porque sabe que ese algo que busca existe.

Pero si existe, ¿dónde está? ¿Por qué no lo encuentras en ninguna parte? Es que quizás estás buscando en el lugar equivocado. Quizás ha llegado el momento de buscarlo más allá de las estrellas: fuera de este planeta, en algún punto del universo. Porque el amor existe más allá de tu propio mundo. De hecho, el amor existe en el universo. Fue esta realidad la que impulsó al salmista a escribir: “Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje ni palabras, ni es oída su voz” Salmo 19:2, 3).

Antes del origen de todo

Para los que creemos en la Biblia, el universo existe porque antes de todo, antes de que hubiera una sola estrella o un solo planeta, existía Dios. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).

¿Cómo era ese Dios que existió primero y que le dio origen al universo? ¿Era un Dios de amor?

Depende. Si era un Dios unipersonal, es decir una sola persona divina, entonces debió ser un Dios omnipotente y grandioso, pero no era un Dios de amor. Porque el amor solo existe en una relación. Si antes del origen de todo hubo un Dios solitario, entonces no existía el amor, y el universo vino a la existencia ajeno a la posibilidad del amor.

Que es lo que también enseñan los biólogos evolucionistas. Para ellos, el amor no es más que una condición química del cerebro para hacer que los seres vivos se reproduzcan. El amor como un principio de vida puro no existe desde un punto de vista evolucionista.

Todo cambia cuando aceptamos el punto de vista de la Biblia que según el cual los cielos y la tierra fueron creados por un Dios triuno, esto es, un Dios manifestado en tres divinas personas que están perfectamente unidas en propósito, voluntad y amor.

Si un Dios triuno creó el universo, entonces la noción del amor como principio de vida tiene sentido. Porque el amor solo existe en una relación. Si el universo fue creado por un Dios que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres Personas divinas que se aman perfecta e infinitamente, entonces tenemos que concluir que el propósito de la vida es cultivar relaciones de amor.

Lo vuelvo a repetir: El gran propósito de la vida es cultivar relaciones de amor porque el universo mismo salió de las manos de un Dios que es amor. Y es amor porque existe en tres divinas personas.

Por eso amas y por eso buscas amar en todo momento. Porque fuiste creado por un Dios triuno, un Dios que habita en una relación de amor puro y perfecto. Y él te creó a su imagen y semejanza, de modo que te hizo para dar y recibir amor.

Aunque en estos momentos pienses que nadie te ama, el amor existe. Aunque tu matrimonio sea un fracaso, y las heridas de tu alma sean más que la risa y las flores juntas, el amor existe. Tu dolor, el hecho de que sientas dolor, el hecho de que te sientas infeliz en la calidad de vida que tienes en tu hogar, solo son pruebas de que el amor existe. Porque tu dolor no es más que tu clamor interno por ser y experimentar aquello para lo que fuiste creado.

Dios el Padre te ama. Puedes creer que el universo es un lugar hostil donde solamente se sufrimos y morimos. Pero mira a tu alrededor y verás que por todas partes vibra la energía de la vida. Las flores siguen brotando y la hierba sigue creciendo y los pájaros cantando. Es porque el universo salió de las manos de un Dios amoroso. Un Dios que te ama tanto, que dio a su Hijo para morir por ti y hacer posible que el amor de lo alto te envuelva y sane tus heridas. Jesús te ama. Él mira quién eres y conoce todo lo que te rodea. Y te ama tanto, que envió a su Espíritu Santo para hablarte muy tiernamente. Y el Espíritu Santo está junto a ti en este mismo instante. Está a tu lado susurrándote que hay esperanza.

La vida pulsa al ritmo del amor que emana del corazón mismo de Dios, quien siempre existió en una relación amorosa. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se amaron desde la eternidad. Ese Dios triuno te invita a entrar en su círculo de amor. Y cuando lo hagas, cuando experimentes a Dios en tu vida, tu propio círculo relacional sanará también.


El autor es ministro cristiano, escritor y evangelista. Escribe desde Portland, Oregon.

De la Trinidad y el amor que vives

por Edwin López
  
Tomado de El Centinela®
de Febrero 2015