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Cuando Mario y Gabriela vinieron a mi oficina se veían muy tristes y preocupados. Aunque aparentemente tenían una muy bonita relación matrimonial y un hogar feliz, llevaban un secreto que ni siquiera su propia familia conocía. “Estoy cansado de estar discutiendo con Gabi todo el tiempo”, dijo Mario. Mientras ella replicaba: “Si no dejamos de pelear, pienso que lo mejor es que nos divorciemos”.

Muchas parejas piensan que si hay conflictos algo anda mal en su relación. Muchos, ante los problemas matrimoniales, prefieren divorciarse, pensando que serán más felices solos o casados con otra persona. Pero después del divorcio y de volverse a casar se dan cuenta de que tienen la misma clase de problemas y las mismas peleas. La verdad es que el conflicto está presente en toda relación, en toda familia y en todo matrimonio; es decir, es algo normal que ocurre en toda relación, ya sea entre novios, entre parejas de casados y en familias. Aunque todos desearíamos tener una relación sin conflictos, en realidad lo que necesitamos no es que no los haya, sino aprender a lidiar con ellos de una manera constructiva.

El doctor David Olson, profesor de la Universidad de Minnesota, sugiere un proceso de diez pasos para solucionar los conflictos entre parejas. Por medio de su programa, millones de parejas han aprendido un proceso más positivo y con mejores resultados para resolver conflictos entre ellos. En mi oficina le expliqué a Mario y Gabi estos diez pasos para tratar con el problema más reciente con el que habían lidiado:

1. Decidan ambos la hora y el lugar exactos para reunirse en pareja. Separen un mínimo de treinta minutos para esta reunión y comiencen orando para que Dios los guíe a encontrar la mejor solución a sus problemas. Si estén disgustados o discutiendo, no intenten abordar el conflicto; no es el momento apropiado. El investigador y consejero John Gottman recomienda que hay que esperar por lo menos veinte minutos para calmarse y luego abordar el entredicho. Si hay hijos en la casa, lo mejor es no discutir en frente de ellos, sino fijar una hora más tarde cuando puedan sentarse con calma a conversar y buscar una solución que sea adecuada y aceptable para los dos.

Cuando estén discutiendo, establezcan un momento exacto para esta reunión y no digan simplemente que hablarán más tarde, pues alguno de ustedes puede quedarse con la duda de si será más tarde en unas horas o en unos días, lo cual es frustrante. Recuerden las palabras del apóstol Pablo: “No se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26). Es decir, no posterguemos la solución del problema; al contrario, abordémoslo lo antes posible, con fecha y hora exactas. Así podrán descansar sin esa carga mental y evitarán que el conflicto erosione la relación.

2. Definan el asunto más importante que está causando conflicto y que desean resolver. Hay que ser específico acerca del asunto del que van a hablar; no se distraigan con otros temas. Les pregunté a Gabi y Mario cuál era el problema que tenían en ese momento. Gabi dijo que ella no estaba contenta con Mario porque trabajaba mucho y cuando llegaba a la casa estaba muy cansado para dedicarle tiempo a la familia o a los quehaceres cotidianos. Mario dijo que él se sentía mal porque después de trabajar todo el día Gabi lo esperaba frustrada y enfadada, y a él le parecía que ella no apreciaba todo lo que hacía para mantener a la familia.

3. No se culpen ni ahonden en lo negativo. Busquen la solución. Hay que preguntarse cómo contribuye cada uno al conflicto. Lo mejor es no culpar al otro, sino más bien indicar la manera como uno mismo ha contribuido a que el problema no se haya podido resolver en el pasado. Todos podemos reconocer que hemos hecho algo para generar o mantener el conflicto. Hay veces en que no decimos nada, o respondemos de cierta manera en que contribuimos a que una situación fácil de resolver se convierta en una guerra abierta. Mario estuvo de acuerdo que había estado trabajando muchas horas y que cuando llegaba a la casa no tenía energía para ayudar a Gabi con los hijos o en las tareas domésticas. Gabi también aceptó su parte en el asunto y reconoció su mal humor constante que erosionaba la relación con su esposo.

4. Identifiquen los intentos pasados para resolver el conflicto y que no tuvieron éxito. Alguien dijo que la definición de la locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes. Mario y Gabi estuvieron de acuerdo en que discutir o tratar de evadir o ignorar el asunto no habían podido solucionar el problema. Mario también dijo que a veces prefería trabajar más horas y llegar a la casa cuando Gabi ya estaba durmiendo, para no tener que discutir con ella. Gabi, por su lado, dijo que enfadarse con Mario solo causaba que él también se enojara y terminaran a los gritos, lo que no le gustaba a ninguno, especialmente porque los entristecía y ponía muy nerviosos a sus hijos.

5. Utilice la técnica de lluvia de ideas para resolver el conflicto. En ingles se la denomina brainstorming (tormenta cerebral), para indicar que le permitan a la mente pensar en toda posibilidad sin detenerse a analizarla. Escriba nuevas ideas sin juzgar o criticar las sugerencias. Cuanto más vengan a la mente, mejor. Les sugerí a Mario y Gabriela que empezaran a dar ideas sin detenerse a examinarlas. Mario dijo que para no tener que trabajar tantas horas debían reducir sus gastos. Gabriela contribuyó diciendo que ella conseguiría un trabajo de medio tiempo; además que podían vender un auto y/o comprar una casa más pequeña, etc.

6. Discuta y evalúe cada una de estas posibles soluciones. Trate de poner el menor reparo posible al conversar. Dialoguen sobre cuán útil y adecuada puede ser cada sugerencia para resolver el problema que está causando conflicto. Después de que hayan escrito un buen número de posibilidades, examínenlas para ver cuáles serían las más factibles de implementar. La extensa lista de ideas debe reducirse a solo cinco.

7. Una vez que hayan expresado sus sentimientos, escojan la solución que ambos deseen intentar. Mario y Gabi buscaron la manera de poner en orden de prioridad las cinco ideas finales. Del uno al cinco enumeraron las ideas de acuerdo a la facilidad para concretarlas. Así que comenzaron a pensar en cómo reducir los gastos y/o buscar la manera de incrementar sus entradas.

8. Pónganse de acuerdo en cómo cada uno contribuirá a la solución. Traten de ser lo más específicos posible. Mario, por ejemplo, decidió que si vendían uno de los autos se ahorrarían casi 400 dólares al mes. Si compraban un auto más pequeño y usado, no tendrían ningún pago mensual. Y así fueron analizando cada propuesta.

9. Escojan el lugar, la fecha y hora para una segunda reunión dentro de un tiempo apropiado, a fin de analizar juntos el progreso logrado. Gabi y Mario decidieron trabajar juntos con estas ideas durante dos meses, para luego reunirnos nuevamente en el consultorio para analizar los resultados.

10. Estén atentos durante este período, y cada uno alague a su pareja si nota que está contribuyendo de manera positiva en la solución del conflicto. Dos meses más tarde nos reunimos otra vez. Mario y Gabi me contaron que estaban mucho mejor y que no discutían tan a menudo como antes. Como parte de la solución que analizamos juntos, Mario regresaba a la casa más temprano y ayudaba a los niños con sus tareas mientras que Gabi terminaba los quehaceres domésticos. Gabi estaba muy contenta y recibía a Mario con una agradable sonrisa y una deliciosa cena.

Vale la pena tomarse tiempo para seguir estos pasos. Millones de parejas han aprendido este proceso y han mejorado su relación matrimonial de forma maravillosa. Estos pasos no eliminarán el conflicto, pero si ayudarán a solucionarlo de una manera positiva.


El autor es el director del ministerio a favor de la familia en la División Norteamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con sede en Silverspring, Maryland.

Diez pasos para tratar los conflictos hogareƱos

por Claudio Consuegra
  
Tomado de El Centinela®
de Febrero 2012