Gracias a las redes sociales, estamos expuestos a estereotipos de belleza. Antes de la era digital, podíamos ver imágenes perfectas de celebridades en anuncios publicitarios, en la televisión y en revistas, pero esa fascinación no nos consumía durante todo el día. Ahora sí, especialmente a los adolescentes. Las redes sociales son los principales medios en que se comunican. En 2013, dos tercios de los adolescentes participaban en Facebook, donde compartían imágenes millones de veces al día.1 El efecto en la psiquis de estos muchachos es alarmante.
La costumbre de ver en revistas y en televisión fotos de mujeres delgadas y atractivas, y hombres musculosos, ha demostrado nuestra insatisfacción con nuestro cuerpo. No solo la exposición a estas imágenes es perjudicial, también lo es la presión de tener imágenes perfectas de nuestro perfil y compararnos con otros, más el peligro de un constante análisis de nuestros cuerpos.
En su artículo “¿Influyen las redes sociales en la imagen corporal?”,2 Philippa Roxby cuenta la historia de Kelsey Hibberd, quien recuerda sus aóos de escuela secundaria como “miserables”. Intencionalmente, mantuvo a sus amigos de Facebook al mínimo, eligiendo comunicarse solo con quienes no la molestarían. “Siempre había sido alta y un poco gruesa”, dijo. “Nadie parecía notarlo, pero en [el séptimo grado] todos empezaron a seóalar ‘defectos’, haciéndome pensar que era fea y no especial”. Kelsey se tornó cohibida por detalles como la forma de sus cejas y el tamaóo de su frente. Fue acosada desde los 11 hasta los 16 aóos. Ella sabe de primera mano que los adolescentes pueden tener miles de “amigos” en línea y ser vulnerables a los problemas de imagen corporal. “Presentas lo mejor de ti mismo; eso puede ser un poco peligroso, porque te comparas con los demás”, comenta.
Contrarrestar las autopercepciones daóinas
Roxby seóala que en 2012 el parlamento australiano “recomendó que los estudiantes participaran en lecciones obligatorias sobre imagen corporal y estima propia. Una investigación realizada por el Grupo Parlamentario de Todos los Partidos sobre Imagen Corporal escuchó de nióas de cinco aóos preocupadas por su tamaóo y apariencia”. También se observó que casi el sesenta por ciento de los adultos se avergonzaba de su aspecto. El informe expresó que la “presión para verse bien había elevado las tasas de cirugía estética en casi un veinte por ciento desde 2008”.
Roxby dice que Caroline Nokes, un miembro del grupo parlamentario, junto con varias organizaciones benenefactoras, empresas y organismos públicos, está lanzando una campaóa para cambiar las actitudes hacia la imagen corporal, llamada “Sea auténtico: confianza corporal para todos”. Ha visitado escuelas y ha hablado con nióos de doce y trece aóos sobre la facilidad con que se pueden mejorar las imágenes en los medios para crear algo irreal. “Ellos lo entienden; pasan por el mismo proceso cuando publican imágenes en sitios de redes sociales”, comenta.
Los jóvenes pueden “cuidar” las imágenes de sí mismos que envían a sus amigos. Casi todas las cámaras de teléfonos inteligentes tienen filtros para mejorar aun las selfies más bochornosas. “Les pido que cierren los ojos y levanten la mano si alguna vez han mejorado una imagen en Facebook”, dice Caroline. La mayoría “levanta sus manos. . . Una nióa dijo que cada imagen que había subido había sido alterada... Las redes sociales tienen un gran efecto en la confianza de los jóvenes en su cuerpo. . . porque no pueden ser ignorados. Pueden proponerse no mirar las revistas y la televisión, pero las redes sociales son la principal forma en que se comunican y [son] su principal canal hacia el mundo exterior. Pero están viendo el mundo a través de un filtro; eso no es saludable. Es muy importante que procuremos infundir confianza en que pueden ser quienes son”, dice ella.
La buena apariencia falsa
La creciente demanda de cirugía estética plantea muchas preguntas. La principal preocupación es que construye e intensifica una cultura basada en ansiedades superficiales sobre la apariencia. Las redes sociales se han vuelto tan influyentes que se ha registrado un aumento en la demanda de cirugía plástica. Los cirujanos que respondieron a una encuesta realizada por la Academia Americana de Cirugía Facial y Reconstructiva informaron un aumento del 31 por ciento en las solicitudes de personas que querían verse mejor en las redes sociales.
La encuesta mostró que la cirugía estética tiene más demanda que los procedimientos reconstructivos, lo que representa el 73 por ciento de las operaciones de cirugía plástica. Lo más popular de esos procedimientos cosméticos son los trabajos de nariz y los rellenos. El problema con esto es que está llevando a las personas a reformular su verdadera identidad. Las compaóías de cosméticos y de ropa, y los terapeutas, gimnasios y cirujanos obtienen ganancias millonarias de estas inseguridades. El resultado es solo más sentimiento de vacío. Buscamos lo siguiente sin encontrar nada que valga la pena, y nos convertimos en parte de una nueva cultura carente de autenticidad.
Los jóvenes sanos de repente se muestran insatisfechos con su apariencia. Quieren copiar las características creadas quirúrgicamente. Los profesionales de la salud, los comentaristas
sociales y los políticos están preocupados por el creciente número de jóvenes que utilizan cirugía cosmética para corregir su imagen corporal.
Nuestra imagen corporal es la imagen mental que tenemos de nuestros cuerpos, y consiste en cómo nos vemos a nosotros mismos, sin importar cómo seamos. La mala imagen corporal a menudo está relacionada con la dieta. Muchas personas prueban dietas que no funcionan. Sí, la obesidad y el sobrepeso son problemas en el occidente sobrealimentado, pero demasiadas personas hacen dieta por estética, no por motivos de salud. La moda y la apariencia reinan hoy en día. La publicidad nos bombardea con recursos para mejorar nuestra apariencia. Se nos dice que no somos lo suficientemente hermosos, así que ¿por qué no probar el Botox, los rellenos o la cirugía plástica, como lo hacen los modelos?
Cómo nos ve Dios
La Biblia enseóa a no conformarnos al ideal mundano de belleza. Nuestros cuerpos son creación única de Dios y “templos” dignos de respeto y cuidado, por eso es importante evitar los extremos (ver 1 Corintios 6:19; 1 Pedro 3:3, 4). Pedro advirtió a las cristianas que no adoptaran las modas caras y las rutinas de belleza de su tiempo. Nada hay de malo en cuidar nuestra apariencia, pero es más importante procurar la belleza interior, que es eterna.
La poetisa americana Mattie J. T. Stepanek escribió: “Somos un mosaico de regalos, y cada uno de nosotros posee su belleza interior, sin importar cómo nos veamos”. Desafortunadamente, vivimos en un mundo donde se juzga por la apariencia. Proverbios 31:30 afirma: “Engaóosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada”. El mismo principio se aplica a los hombres.
Nuestro Creador no nos ve superficialmente. Cuando mandó al profeta Samuel a ungir al nuevo rey de Israel, este vio a Eliab, el primogénito, y pensó que era el ungido del Seóor (1 Samuel 16:6). “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (vers. 7).
Cuando juzgamos por las apariencias, podemos menospreciar a personas virtuosas carentes del atractivo físico que todos admiran. La apariencia no revela cómo son realmente las personas ni su verdadero valor. Lo bueno es que Dios juzga por la fe y el carácter. Y porque ve más allá del exterior, solo él juzga bien. Dios desea que procuremos la belleza interior, la que se reflejará en nuestra conducta.
Con Jesús podemos ser hijos de Dios, gozar de comunión con él, y disfrutar su amistad por siempre. Podemos obtener lo que las redes sociales y la cirugía estética no proporcionan: amor incondicional, intimidad, seguridad y esperanza, y una relación con el que dio su vida para que podamos tener la nuestra.
Este artículo ha sido traducido y adaptado de Signs of the Times, octubre de 2018. Utilizado con permiso.