¨Puede el ser humano crear su propia eternidad? Si no, ¨cómo puede obtener la vida eterna? ¨Existe alguna manera de suplir la necesidad humana de continuar viviendo?
Ewan McGregor y Scarlett Johansson protagonizan la película “The Island ” (La Isla), en la que juegan el papel de residentes de una colonia futurista o “utopía”,1 a mediados del siglo 21. Cómo todos los habitantes de un ambiente cuidadosamente controlado, a ellos se les presenta la idea de que existe un lugar perfecto, el único que no ha sido contaminado pero al cual solo los elegidos pueden ir. Todos los habitantes de este lugar viven con la esperanza de que les llegue el día de ser llamados para ir a ese lugar paradisíaco. Todo va bien hasta que el protagonista de esta cinta comete el grave error de descubrir que el maravilloso lugar y su propia existencia son falsos.
Él y todos los habitantes del lugar son clones humanos y se dan cuenta que ellos tienen más valor muertos que con vida, que su único propósito es “proveer partes de sus cuerpos” a los seres humanos originales, quienes han pagado millonarias sumas de dinero para prolongar su salud y su vida.
¨Qué es la clonación?
La clonación es el procedimiento científico que consiste en tomar el material genético de un ser vivo para obtener otro ser vivo biológicamente idéntico a aquel que proporcionó el material original.2 Según los científicos, la clonación tiene como objetivo mejorar la vida de los seres vivos, ya sea que se trate de animales, plantas o seres humanos.
La mayor problemática se presenta cuando se trata de la clonación de embriones humanos. En general, hay dos tipos de clonación: la clonación reproductiva y la clonación terapéutica (o para investigación científica).3
La diferencia entre las dos radica sobre todo en la finalidad que se pretende conseguir: la primera tiende al desarrollo completo del sujeto mediante la implantación en un útero; en la segunda se utiliza el embrión, en su fase de pre-implantación, para investigación con una finalidad sobre todo terapéutica. Así pues, la finalidad para realizar la clonación sería:
1. Obtener una descendencia humana y utilizar una técnica de procreación asistida más eficaz, con mayor o menor aplicabilidad en ciertas parejas que no han podido tener hijos.
2. Obtener, mediante esta técnica, embriones “sintéticos” (así se les suele llamar) o “cúmulos de células”. La célula madre extraída y debidamente controlada, podría desarrollarse en células específicas nerviosas, cardíacas, musculares, hepáticas, etc, las cuales podían ser utilizadas para tratar diferentes enfermedades o padecimientos.
Más allá de todo el conflicto que estas técnicas generan, cabe preguntarse:
¨Es realmente la clonación la esperanza del ser humano? ¨Podemos confiar en el ser humano para la prolongación de la vida?
Cuando Dios creó al ser humano, lo hizo con el propósito de que viviera eternamente, y aun cuando el pecado entró a este mundo y con él la degeneración de todo lo creado, Dios no quitó del ser humano ese anhelo de perpetuidad.
A través de las edades el hombre ha intentado expresar ese sentimiento de diferentes formas y una de ellas es la ciencia ficción. El caso es que lo que antes era ciencia ficción hoy es una realidad. La clonación es un tema atractivo para seres humanos que anhelan la vida eterna, ya que la perciben como un mecanismo para lograr tal cosa.
¨Qué dice la Biblia?
La Sagrada Escritura dice lo siguiente: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (S. Juan 3:16).
La respuesta a la mayor necesidad del ser humano no la encontramos en las manos de los científicos modernos, aunque nos ofrezcan vaticinios esperanzadores, sino en Dios, quien dio a su Hijo para salvarnos. El Hijo de Dios es la respuesta a la gran necesidad de continuar viviendo. El apóstol Pedro dijo: “Y en ningún otro hay salvación [vida eterna]; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” [vivir eternamente] (Hechos 4:12).
El carcelero de Filipos, ante el asombro de que Pablo y los demás presos no se habían escapado, hizo la pregunta: “Señores, ¨que debo hacer para ser salvo” [vivir eternamente]? La respuesta fue: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo [vivirás eternamente], tú y tu casa” (Hechos 16:30, 31)
El apóstol Juan dice: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él [tenga vida eterna]. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (S. Juan 3:17, 18).
El apóstol establece que para tener vida eterna es necesario creer en Jesucristo. En su primera epístola dijo: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11, 12; ver S. Juan 5:28, 29).
La vida eterna que Jesús nos ofrece viene acompañada de la promesa de que algún día viviremos con él. “No se turbe vuestro corazón —declaró el Señor—; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (S. Juan 14:1-3).
Lo que Jesús dice es que él es la verdadera esperanza para una existencia mejor, que algún día podremos habitar en la “casa de su Padre”. La necesidad humana de vivir eternamente no se suple con la reproducción de seres humanos idénticos a nosotros, sino al aceptar a Jesús como la vida. Esto significa que desde que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador comenzamos a vivir eternamente. Para algunos esa vida eterna será interrumpida por la muerte, a la cual Jesús se refirió en términos de un sueño (ver S. Juan 11:11-14), pero se reiniciará en ocasión de su segunda venida.
El apóstol Pablo nos dice: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16; ver también 1 Corintios 15:23).
¨Qué es lo que Dios tiene preparado para los que creen en su Hijo?
El apóstol Pedro dice: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13; ver también Isaías 65:17).
El apóstol San Juan describe una gloriosa escena: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (Apocalipsis 21:1-5).
En el presente tenemos dos opciones para suplir nuestra necesidad de eternidad: la primera es una falsa utopía que Satanás presenta a la humanidad, la otra es la utopía hecha realidad en Cristo Jesús. ¨Cuál escogeremos?
El autor está terminando un doctorado en Ministerio en la Universidad Andrews, y escribe desde Nampa, Idaho.