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¿Habrá una conexión entre la salud espiritual y la salud física? Aparentemente sí. Millones de personas tienen problemas de estilo de vida que podrían ser afectados directamente por hábitos y actitudes religiosas. Dos de estos problemas son la falta de sueño y la falta de ejercicio. Estas tendencias a su vez resultan en serios problemas de ansiedad y obesidad.

¿Cómo ayuda la fe en estos casos? La fe puede ayudar con las raíces de estas tendencias. Provee un recurso para enfrentar el malestar existencial que hace que las personas busquen soluciones en hábitos destructivos como las drogas, el alcohol o el tabaco. La persona de fe internaliza lo que Dios le dice en su Palabra de una manera que fortalece y protege su vida emocional.

En el caso del reposo, la fe cristiana propone hábitos que tienen el potencial de solucionar gran parte del problema e impactar positivamente nuestra salud. Podríamos entender la propuesta bíblica en término de pausas renovadoras.

1. Una pausa diaria de devoción personal. Jesús vino para traernos una vida abundante (ver S. Juan 10:10). Para tener acceso a esa vida abundante necesitamos establecer una relación con él. Hay algo de razonable y lógico en la idea de que una relación personal requiere un compromiso de tiempo entre las personas. El centro de la pausa devocional es la oración. Jesús nos enseñó a orar con su oración modelo (S. Mateo 6:9–13).

Cada día Dios nos invita a alimentar nuestra fe mediante un encuentro con él. Durante algunos momentos podemos tener el privilegio de hablar con él, leer su Palabra y disfrutar de su presencia consoladora y vital. Daniel el profeta y muchos creyentes hacen tres pausas: una al comienzo, otra a mitad y otra al final del día (ver Daniel 6:10), pero no hay pautas fijas para estos momentos de renovación. Por otra parte, el apóstol Pablo nos invitó a mantenernos continuamente en contacto con Dios (ver 1 Tesalonicences 5:17).

2. Una pausa semanal de restauración espiritual y física. Jesús sufrió persecución por hacer milagros en el día de reposo, pero al hacerlo conectó el reposo espiritual y la salud. Jesús sanaba a todos cuantos venían a él, pero su gracia iba más allá de esa restauración momentánea. Jesús quería cambiar el destino mismo de las personas, pasarlos de muerte a vida. Aunque muchos religiosos han decidido ignorar o desestimar el mandamiento sobre el día de reposo, hoy más que nunca representa una valiosa fuente de restauración para una sociedad agotada por el trajín y la ansiedad. El cuarto mandamiento es sumamente sencillo a la vez que abarcante en su propósito (Éxodo 20:8–11).

Pero otro pasaje en Isaías expresa la gran bendición de esta práctica semanal. “Si retrajeres del día de reposo [sábado] tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías 58:13, 14).

3. Una pausa universal que renovará todo el universo. El sábado semanal es un símbolo del gran encuentro definitivo con Dios al final de los tiempos. La promesa más repetida de toda la Biblia es la del retorno de nuestro Señor Jesucristo a esta tierra. El libro de Hebreos señala la premura del encuentro. “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (Hebreos 10:37). Para los apóstoles y todos los creyentes cristianos, el regreso de Jesús es “la esperanza bienaventurada” (Tito 2:13). En la segunda venida se cumplen todas las promesas de las Escrituras: el momento en que se restaurará la relación directa con Dios y veremos cara a cara al Padre, al Hijo, al Espíritu y a los ángeles.

Lo cierto es que una relación real con Dios infunde esperanza y sentido a la vida y está al alcance de todo ser humano. ¿Por qué no comenzar a disfrutar hoy mismo de sus beneficios?


El reposo espiritual y la salud fĂ­sica

por Miguel Valdivia
  
Tomado de El Centinela®
de Agosto 2007