Un día Isabel (38 años, 2 hijos adolescentes) se despertó angustiada y sin ganas de levantarse. No sabía qué le pasaba, se sentía sin fuerzas y desganada. Se quedó más tiempo en la cama, hasta que obligada por las responsabilidades decidió levantarse. Prácticamente no podía levantar las piernas que le pesaban como una tonelada cada una. Vio la cocina desarreglada y le dio asco. No pudo soportar el desorden y el trabajo que la esperaba. Volvió a la habitación, cerró las cortinas y se desplomó en la cama para no levantarse más... Perdió el apetito, el sueño, el deseo sexual y el interés por la vida. Pasaba las horas pensando, rumiando culpas y desgracias. Una tristeza profunda la embargó. Los días pasaron sin que se recuperara, hasta que el esposo e hijos la llevaron al médico, quien la derivó al psiquiatra. Finalmente la internaron con el diagnóstico de depresión anímica.
Isabel resulta una de las 340 millones de personas que en el mundo entero padecen depresión, según el informe de la Organización Mundial de la Salud.1 La OMS asegura que aproximadamente el 4 por ciento de la población mundial es víctima de esta peste moderna, aunque otros estudios elevan ese porcentaje al 9,5.2 Se estima que a lo largo de la vida, el 20 por ciento de las personas (uno de cada cinco) sufrirá algún trastorno depresivo que requerirá tratamiento médico.3Otro dato estremecedor es que cada año se suicidan más de un millón de personas, una cada 40 segundos, el 80 por ciento de las cuales fueron motivadas por la depresión.4 Lo más grave es que estos trastornos van en aumento, previéndose para el 2020 que la depresión será la segunda enfermedad más frecuente en el mundo, después de las enfermedades del corazón.5 Por eso se ha llamado la enfermedad de la tristeza: “la epidemia de las sociedades modernas en el siglo XXI”.6
Formas clínicas de la depresión
Isabel padeció un trastorno del estado del ánimo conocido como “estado depresivo mayor” (ver cuadro 1). Por lo general ocurre cuando la persona se ve abrumada por situaciones dolorosas, como la pérdida de un ser querido o haber sufrido mucho estrés. Su aparición es frecuente entre los 37 a 45 años (preclimaterio) en las mujeres, y entre los 51 a los 60 (preinvolución) en los varones. Su duración varía de dos o tres semanas hasta los 45 años y suele extenderse al aumentar la edad.
Otra forma más grave y de peor pronóstico es la depresión endógena. Se presenta bajo la forma de estados depresivos periódicos repetidos.
Cuando aparece la depresión con fases de euforia descontrolada o episodios maníacos (ver cuadro 2), se denomina “depresión bipolar”. Supone una predisposición constitucional y hereditaria. Es más frecuente en el período de involución y son más afectadas las mujeres que los hombres. Cuando la depresión tiene una duración de dos años o más, con síntomas similares que el estado depresivo mayor pero de menor intensidad, se le denomina “distimia”.
Otra modalidad es la “depresión enmascarada o larvada”. Es difícil de diagnosticar, porque se manifiesta con trastornos físicos de tipo digestivo (pesadez gástrica, dolores abdominales, sensación de llenura, etc.), cardiovascular (palpitaciones, espasmos y “pinchazos”), dolor de cabeza, insomnio, mareos, debilidad en las piernas, sudoración, dolores difusos, entre otros. Esta situación puede llevar al paciente de un médico a otro durante meses o años, retardando el tratamiento adecuado. Dice el Dr. Jorge Insúa: “Es probable que de un tercio a dos tercios de los pacientes de 40 años de edad que son vistos por médicos generales y aun especialistas tengan depresiones enmascaradas”.7
"Doctor, ¿qué hago?"
Si usted reúne los indicadores de los cuadros que aparecen más abajo, tiene una depresión clínica y necesita tratamiento. Debe consultar inmediatamente a un psiquiatra o a un psicólogo clínico. Una depresión sin tratamiento empeora a lo largo del tiempo y tiene un pronóstico desfavorable. Hay personas que padecen varias crisis depresivas a lo largo de su vida, en tanto otras han tenido un solo episodio y no han experimentado más recaídas. En general, el tratamiento previene las recaídas. El tratamiento permite abordar los problemas y situaciones de la vida y modificar las conductas y acciones que favorecen la aparición del episodio depresivo.
Si su depresión es leve, ya que tiene algunos de los criterios pero no todos los necesarios para el diagnóstico del trastorno anímico, probablemente también necesite ayuda especializada (psiquiátrica o psicológica), pero pueden ayudarlo los consejos siguientes que hemos desarrollado más extensamente en nuestro libro: ¡Sea feliz! Cómo vencer la depresión y controlar la ansiedad”.8
1. No se deje atrapar por los problemas. ¿Su mente está concentrada permanentemente en alguna preocupación que lo inquieta? ¿Cargos de conciencia? ¿Nostalgia por alguien querido que no está más? ¿Incapacidad para enfrentar cierta situación difícil? ¿Autorreproches o culpa? ¿Se siente enojado por alguna injusticia? ¡No se ponga a rumiar los problemas! Encuéntreles una solución o acepte la situación si no tiene remedio. Si no lo hace, puede llegar a perder el control de sus pensamientos y caer en la obsesión y la ansiedad, que es la antesala de la depresión.
2. No se encierre. Salga. Alejarse de la gente, encerrarse en la casa y hundirse en la cama, no es solución. Continúe con sus tareas en la casa, en el patio, en el jardín. Juegue con sus hijos, ayúdelos en los deberes, llévelos a pasear. Participe de las charlas familiares y con amigos. Salga de su casa. Busque nuevas actividades que desarrollen aspiraciones hasta ahora olvidadas.
3. Realice actividad física sistemáticamente. Una caminata diaria a paso vivo, el cultivo del jardín o la práctica de algún deporte estimulan la circulación sanguínea, activan el funcionamiento glandular y proporcionan una agradable sensación de bienestar. El cansancio emocional nos desgasta, en tanto que la actividad física intensa nos desintoxica y proporciona un sueño reconfortante y placentero.
4. Siéntase útil y necesario. Seguramente hay quienes necesitan su presencia en alguna comisión de la escuela de su hijo, del vecindario, del club o de la iglesia. No hay nada más gratificante que ayudar al prójimo y hacer cosas positivas por los demás.
5. Lleve una vida ordenada. ¡Cuidado con los excesos! Duerma ocho horas diarias. No trabaje hasta el agotamiento. Coma siempre con moderación, en especial a la noche. No se ponga nervioso. Evite las discusiones, no se irrite, mantenga la calma.
6. Elimine los estimulantes químicos. Usted sabe que fumar hace mal. Trate de evitarlo; se sentirá más tranquilo y contento, y ayudará a sus pulmones para que circule mejor la sangre. No tome bebidas alcohólicas; este tóxico, luego de una primera fase de excitación, ejerce una acción depresiva. Cuídese también del café y el té (el té de hierbas está bien), pues afectan el sistema nervioso y minan las defensas naturales del organismo.
7. Mire hacia adelante. Trace planes para el futuro. Tenga un proyecto de vida. Cultive una actitud esperanzada. El que tiene un porqué para vivir, puede soportar las cosas más terribles; pero el que no le ve sentido a su vida, ni tiene una meta ni un propósito, está perdido. Como dijo Bern Williams: “Nunca una noche ha vencido al amanecer, y nunca un problema ha vencido a la esperanza”.
Cuadro 1—Criterios para el diagnóstico de un Episodio Depresivo Mayor (DSM-IV)9
La presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas —incluyendo los dos primeros—, durante un período de dos semanas o más, que representan un cambio de la conducta previa:
- Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día.
- Notable disminución del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades habituales.
- Aumento o pérdida significativa de peso, sin hacer ningún régimen, o disminución o incremento del apetito;
- Insomnio o hipersomnio.
- Agitación o entorpecimiento psicomotor casi cada día.
- Fatiga o pérdida de energía.
- Sentimientos excesivos o inadecuados de inutilidad o culpa.
- Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse o indecisión.
- Ideas recurrentes de muerte o de suicidio.
Cuadro 2—Criterios para el episodio hipomaníaco (DSM-IV) 10
A. Un período diferenciado durante el que el estado de ánimo es persistentemente elevado, expansivo o irritable durante al menos 4 días y que es claramente diferente del estado de ánimo habitual.
B. Durante el período de alteración del estado de ánimo, han persistido tres (o más) de los siguientes síntomas (cuatro si el estado de ánimo es sólo irritable) en un grado significativo:
- Autoestima exagerada o grandiosidad.
- Disminución de la necesidad de dormir (p. ej., se siente descansado tras sólo 3 horas de sueño).
- Habladuría excesiva.
- Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que el pensamiento está acelerado.
- Distraibilidad (p. ej., la atención se desvía demasiado fácilmente hacia estímulos externos.
- Aumento de la actividad intencionada (ya sea socialmente, en el trabajo o los estudios o sexualmente) o agitación psicomotora.
- Implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potencial para producir consecuencias graves (p. ej., enzarzarse en compras irrefrenables, indiscreciones sexuales o inversiones económicas alocadas).
|
El autor es psicólogo y escribe desde Nuevo León, México.