En 1990 se informaron 6 millones y medio de muertes en el mundo causadas por el infarto cardíaco. Actualmente se calcula que hay más de 70 millones de personas con enfermedades cardiovasculares. En 1999 la Federación Mundial del Corazón informó estadísticas aun más alarmantes. Se cree que un 30 por ciento de todas las muertes son causadas por infartos cerebrales y cardíacos, lo que se traduce en un promedio de 15 millones de muertes anualmente. A causa de que estas enfermedades se desarrollan de una manera insidiosa, los síntomas aparecen cuando ya está hecho el daño, y las personas mueren por no acudir a tiempo al médico.
Mucho se habla sobre las causas y la prevención de estas enfermedades, pero con frecuencia no se menciona qué hacer en la fase aguda cuando los síntomas requieren atención inmediata.
El dolor de pecho
El dolor de pecho no es una enfermedad, sino un síntoma de una enfermedad. Hay varios tipos de dolor de pecho, y es muy importante acudir al médico para recibir un diagnóstico acertado. Además de las alteraciones vasculares, las posibles causas del dolor de pecho incluyen la inflamación o infección de los órganos o tejidos de la caja torácica, los golpes, las embolias (coágulos) pulmonares, la ansiedad y los problemas que afectan el sistema neuromuscular.
El dolor de pecho causado por una alteración cardiovascular a menudo se confunde con los dolores de estómago causados por la acidez estomacal. Si éste es el caso, la persona puede tomar medicamentos con propiedades antiácidas y obtener así una mejoría. Este tipo de dolor se describe como una sensación de reflujo y escozor a unos 4 a 6 cm (2 a 3 pulgadas) arriba del ombligo, que a menudo puede irradiarse al pecho.
El dolor de origen cardiovascular se produce cuando hay una alteración en los vasos sanguíneos, ya sea por daños en su capa interior, la acumulación de grasa, endurecimiento y rigidez de los órganos a medida que avanza la edad, o por espasmos, que causan una estrechez momentánea del vaso sanguíneo. El resultado final es una disminución en el flujo de la sangre a las partes distantes de la estrechez. Si ésta se prolonga, resulta en la muerte del tejido por la falta de oxígeno.
Si hay obstrucción en los vasos sanguíneos que irrigan el tejido del corazón, la persona experimenta un tipo de dolor que se puede presentar de dos maneras:
1. Una presión que se dispersa por todo el pecho. Este tipo de dolor puede aparecer cuando la persona está en completo reposo, o cuando hace una fuerza extenuante. Algunas personas lo describen como si “un objeto pesado estuviese presionando el pecho”. Este dolor indica que hay falta de riego sanguíneo al tejido del corazón y se lo diagnostica como angina de pecho. Para su control se requiere reposo absoluto, la administración de oxígeno y medicamentos con propiedades vasodilatadoras.
2. Un dolor agudo y fuerte en el centro del pecho, que se irradia a la parte izquierda del pecho y el brazo izquierdo, la mano y los dedos, la nuca y, en algunas ocasiones, a la espalda. Este dolor por lo general va acompañado por nauseas, vómitos, sudores fríos, alteración en la respiración y un nivel alto de ansiedad.
ste es el dolor típico que indica un infarto o ataque cardíaco y necesita atención inmediata. Cada minuto que se pierde en acudir al médico representa la muerte por falta de oxígeno de una porción del tejido cardíaco.
En el caso de una embolia pulmonar, el dolor es agudo y aparece súbitamente junto con una alteración severa en la respiración. Hay otros tipos de dolor de pecho causados por la inflamación de los tejidos o tumores. Estos dolores se agudizan cuando se inhala profundo o cuando se palpa sobre las partes afectadas del tórax o la espalda.
¿Qué hay que hacer?
Cuando el dolor de pecho es agudo, se recomienda:
1. Parar cualquier tipo de actividad y colocarse en absoluto reposo.
2. Llamar al número de emergencias para ser transportado a la sala de emergencias más cercana.
3. Mantener una posición cómoda, preferiblemente recostado sobre almohadas para apoyar la espalda en un ángulo de unos 45 grados.
4. Si ya ha sido atendido por su médico de cabecera y éste le ha prescrito medicamentos vasodilatadores, seguir el régimen prescrito.
5. Tratar de respirar despacio y mantener la calma.
6. No tomar líquidos ni ingerir comidas de ningún tipo hasta ser atendido por el médico.
7. Evitar los remedios caseros u otras actividades que posponen el momento de recibir atención médica.
8. En caso de síncope o desmayo, las personas que han sido entrenadas deben suministrar reanimación cardiopulmonar lo más pronto posible, mientras llegan los paramédicos para proveer ventilación y asistencia médica. En estos casos no se recomienda ventilación boca a boca.
9. Si hay un desfibrilador portátil disponible, conectarlo inmediatamente y seguir las instrucciones.
Es recomendable que la persona reciba atención hospitalaria inmediata para prevenir un ataque al corazón o aun la muerte. Según la Asociación Americana del Corazón, un 88 por ciento de las personas que sobreviven puede regresar a sus actividades normales después de la rehabilitación debida.
Para llegar a un diagnóstico acertado, el médico tendrá que hacer una evaluación completa que incluya un historial, un examen físico minucioso y una serie de exámenes tales como el electrocardiograma y exámenes de sangre.
Recientemente se han desarrollado medicamentos que si son administrados no más de 12 horas después de la aparición del dolor, pueden prevenir un nuevo ataque al corazón, evitar una cirugía del corazón, disminuir la estadía en el hospital, evitar el trauma psicológico que se experimenta cuando viene la enfermedad y, aun más, disminuir el costo hospitalario. Por eso es tan importante acudir a la sala de emergencias lo más pronto posible, pues cada segundo perdido aumenta la probabilidad de complicaciones y de morir a causa del infarto cardíaco.
Nuestro estilo de vida juega un papel muy importante en la prevención de las enfermedades cardíacas. Debiéramos adoptar una vida sana que incluya un régimen de ejercicio diario, una alimentación balanceada baja en sal, productos grasosos y de origen animal, la abstención de alcohol y tabaco, el control de la ansiedad, tomar agua y aire puros, y mucha fe y confianza en el poder divino. No es en vano seguir el consejo del sabio Salomón, especialmente si lo tomamos literalmente: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).
La Dra. Puerto es instructora clínica en el Hospital de Veteranos de Loma Linda, California, y miembro de la facultad de Enfermería de la Universidad de Loma Linda.