Esta es la cuestión...particularmente para un joven
Para un joven del siglo XXI, no sólo es posible creer en Dios, es necesario. Hoy, tienes dos opciones: creer o no creer. Si no crees en Dios, debes aceptar que no fuiste creado con un propósito, y que estás aquí en este mundo por accidente. Tu existencia pasajera se deberá imitar a vivir maximizando el placer y minimizando el dolor. Así, puedes hacer prácticamente lo que quieras, sabiendo que las consecuencias son temporales, que un día vas a morir y que todo acabará ahí. Posiblemente vivas con la incertidumbre de no saber qué pasa después de la muerte. Pero si no crees en Dios, no tienes esperanza y no hay nada más allá.
Si crees en Dios, puedes aceptar que fuiste creado por Alguien que tiene poder, que te ama, que te creó con un propósito, que no eres el resultado de la casualidad. Si confías en él, sabes que no estás solo y que hay Alguien, con quien te puedes comunicar, que se preocupa por ti. Sabes que tienes un libro que te muestra cómo hacer de tu vida algo maravilloso, sirviendo a los que te rodean, caminando por este mundo con una misión. A su vez reconoces que el Creador es quien te da el poder para vivir libre, feliz y sanamente. Si crees, las consecuencias de tus decisiones son eternas, y cuando enfrentes la muerte, no llorarás como los que no tienen esperanza. Tienes consuelo porque sabes que hay una resurrección. Dios te asegura una esperanza. Por eso, yo creo en Dios.
La información más completa acerca de Dios la puedes encontrar en la Biblia, el libro más antiguo y menos anticuado del mundo, que se lee en todos los continentes, en las ciudades más modernas y en las aldeas más remotas. Fue escrito por 44 autores en un período de más de 1.500 años, y aun así no se contradice. Como si esto fuera poco, sus profecías se han cumplido con exactitud meridiana a través de la historia. Es el libro que más enemigos ha generado, y el que más amigos tiene. Al que más han tratado de destruir, y el que tiene más circulación en esta tierra. Todos, hasta sus enemigos más acérrimos, concluyen que es un libro excepcional, pero no todos reconocen su origen divino. La Biblia no puede pretender decir la verdad y a la vez no ser inspirada por Dios, porque más de 3.000 veces declara su procedencia celestial. Si no es un libro divino, entonces es una mentira, una fábula, una gran falsedad. La evidencia más grande acerca del origen divino de este libro es la transformación de quienes la leen y aplican sus enseñanzas a sus vidas. Este gran libro es el que nos dice que hay un Dios que nos creó, que nos puede salvar del pecado, y que puede mejorar nuestras vidas en el presente y también en el futuro. Por eso yo creo en Dios.
Quienes creen en Dios continuamente recibimos las burlas de los no creyentes, que dicen: “Se necesita mucha fe para creer en la existencia de un ser sobrenatural y todopoderoso”. ¿Pero cuánta más fe se necesita para creer en teorías que cambian vez tras vez al perder su importancia? Ellos parecen no darse cuenta de que hay que tener tanta fe o más para creer en un origen casual que en un origen causal, creer más en la casualidad como el principio de todo que en un Dios que creó y ordenó el universo.
Algunos que no creen en la Biblia aceptan el hecho de que Jesús vivió en esta tierra y que fue crucificado por sus creencias. Ellos aceptan los testimonios de los historiadores que hacen de él un personaje histórico, y aun se refieren a Jesús como un gran maestro de moral o un gran hombre, pero nunca como Dios. La Biblia dice que el mismo Jesús se autodenominó Dios. Si esta aseveración es falsa, entonces Jesús fue un mentiroso o un hipócrita que se dejó crucificar por una mentira. Algunos podrían sugerir que a lo mejor Jesús no sabía que sus aseveraciones eran falsas, que estaba sinceramente engañado; eso haría de Jesús un lunático que murió por una fantasía. Si Jesús fue un mentiroso o un maniático, entonces no lo podemos admirar como un gran hombre y un buen maestro. Pero si lo que Jesús dijo es verdad, entonces él es Dios y Señor; entonces, él crea, salva, sana, y tiene poder sobre la muerte. Eso nos deja dos opciones: Aceptarlo o rechazarlo. Yo he decidido creer en Dios y aceptarlo, y ser parte de un gran grupo de millones de jóvenes, en todo el mundo, que ama a Dios y lo sigue.
Si tú tienes dudas acerca de creer o no en Dios, por favor, en este momento, dondequiera que te encuentres, haz una pausa y dile al Señor lo siguiente: “Dios, aunque no te conozco, escucho que todos hablan de ti. Unos dicen que existes y otros niegan tu existencia. Si existes, quiero conocerte, por favor hazme saber que estás ahí. Si es verdad que estas ahí, y que eres Dios, y que todo lo puedes, te doy permiso para entrar en mi vida y hacer de mi lo que tu quieras. Gracias”.
Si Dios no te responde, si no pasa nada, si no sientes nada dentro de ti, entonces tienes todo el derecho de no creer. Olvida que leíste este artículo y sigue tu vida. Si Dios te responde de alguna manera —y te puedo asegurar que él te va a responder—, entonces acéptalo hoy mismo.
El autor es un joven pastor adventista que trabaja en Nueva York.