Various estudios han demostrado que uno de cada doce “bebedores moderados” se torna alcohólico.
En los últimos años se nos ha dicho que beber moderadamente es bueno para nuestra salud. Tan bueno, de hecho, que algunos periodistas (ningún médico que yo sepa) han recomendado que aquellos que gozan de buena salud serían protegidos mejor de las enfermedades cardíacas y los derrames cerebrales si añadieran un vasito de vino o una lata de cerveza a su régimen diario de alimentación.
Si esto es cierto, beber bebidas alcohólicas debería ofrecer enormes beneficios si contrarrestara los serios riesgos que representa.
La mayoría de los escritores que discuten los riesgos de beber moderadamente no incluyen los riesgos corridos por todos los que beben. El caso es que cuando una persona comienza a beber mucho, ya no se la considera un “bebedor moderado” y se la elimina del grupo cuya salud se está estudiando. Como consecuencia, hay una estimación muy baja de los riesgos del consumo moderado de alcohol. Es muy importante no excluir del estudio de “bebedores moderados” a quienes luego llegan a abusar del alcohol, porque varios estudios han demostrado que uno de cada doce “bebedores moderados” (8 por ciento) se torna alcohólico.
Quizá podamos aclarar nuestro argumento con una ilustración sencilla. Imagine a un hombre con un revólver en cada mano apuntando hacia ambos lados de la cabeza. Un revólver está vacío y el otro contiene solo una bala. El hombre hala el gatillo de cada revólver alternadamente, jugando a una especie de ruleta rusa. Estadísticamente, esto representa la posibilidad que tiene un bebedor moderado de convertirse en un alcohólico.
En la población aborigen norteamericana, el riesgo es peor. Un veinte por ciento de los bebedores moderados de ese grupo se transforma en un alcohólico. ¡Esto equivale a colocar tres balas en el tambor de uno de los revólveres de la ilustración anterior!
¿Por qué algunos dudan del peligro causado por el alcohol? Porque hace algún tiempo que la prensa de difusión masiva está asegurando que la “ciencia muestra” que la ingesta moderada de alcohol protege contra la enfermedad cardíaca, los derrames cerebrales y otras causas desagradables de muerte.
Yo intento mantenerme informado acerca del alcohol y sus efectos en la salud, tanto por lo que se publica en las revistas científicas como en la prensa en general. Reconozco que los medios de comunicación han transmitido muchísima información de parte de la comunidad científica. De los últimos 29 informes que he consultado, 28 concluyeron que los que beben con moderación tienen menos probabilidades de morir de enfermedades cardíacas y derrames cerebrales. El número 29 no tuvo resultados claros.
La otra cara de la moneda
¡Pero no cerremos el caso todavía! Lo grave es que muchos suponen que los bebedores moderados sufren menos ataques cardíacos y derrames cerebrales porque beben.
Pero supongamos que los bebedores moderados, como grupo, están mejor informados sobre los asuntos de la salud, y por lo tanto hacen más ejercicios, se alimentan mejor y practican otros hábitos beneficiosos de salud. El hecho de que tengan menos infartos y derrames cerebrales podría atribuirse tanto a su estilo de vida saludable como a su consumo moderado de alcohol. De hecho, en estas circunstancias, ingerir una cantidad modesta de alcohol quizá no tenga ningún efecto sobre su estado de salud, o quizá incluso sea un poco dañino.
Entonces, ¿son los bebedores moderados más saludables que los no bebedores por razones ajenas a su consumo de alcohol? Pareciera que así es. Un estudio reciente y bastante abarcante patrocinado por una agencia del gobierno estadounidense ha mostrado que además de ser más saludables, los bebedores moderados tienen mayor educación, y son más propensos a tener un médico de cabecera, a tener seguro médico, y a ganar más que los que no beben. ¡Pero si usted piensa que comenzar a beber en moderación le conseguirá un título universitario, un seguro de salud y un médico de cabecera, tengo también en venta una isla que quizá le interese comprarme!
Este estudio fue patrocinado por los Centros para el Control de Enfermedades y Prevención (CDC por sus siglas en inglés), en Atlanta, Georgia. Cada año, el CDC recoge información sobre la salud de una gran cantidad de ciudadanos para determinar si están surgiendo nuevas amenazas o desafíos para la salud en el país. Un estudio reciente preguntó cuántas bebidas alcohólicas había tomado una persona en los doce meses previos. El número de personas en este estudio particular fue de 250.496. Luego que se recogieron datos para otros propósitos, un grupo de científicos encabezados por el Dr. Naimi seleccionó a quienes bebían moderadamente (de uno a dos tragos diarios en el caso de hombres, uno en el caso de mujeres) y a quienes bebían menos de una vez al mes o no bebían. Eliminaron del grupo a las personas enfermas o a los que bebían en exceso. Del grupo restante, 118.889 eran “bebedores moderados”, y fueron comparados con 116.841 no bebedores. El Dr. Naimi y sus colegas estaban interesados en explorar las características de los “bebedores moderados” y de los “no bebedores” para ver si existían diferencias entre los dos grupos que pudieran confundir los resultados. En otras palabras, buscaron diferencias que no estuviesen relacionadas con la cantidad de alcohol consumida.
Diferencias significativas
Además de la cantidad que bebían, los entrevistadores descubrieron varias otras diferencias entre los dos grupos, incluyendo lo que ya hemos notado: que los bebedores moderados ganan más dinero, tienen mayor educación y mejor acceso a servicios médicos. Los bebedores moderados también dedicaban más tiempo a las actividades físicas respecto de la población que no bebía (82,3 vs. 68,1 por ciento); eran mucho menos propensos a la inactividad (10,1 vs. 21,4 por ciento); y sólo el 1,9 por ciento corría riesgos elevados de enfermedad cardíaca comparado con el 5 por ciento de los no bebedores. Esta categoría de alto riesgo incluía aquellos con niveles elevados de colesterol “malo”, triglicéridos y bajos niveles de colesterol “bueno”.1
Los bebedores moderados también eran más saludables en otros aspectos. Tenían menos probabilidades de sufrir de asma (6,9 vs. 8,7 por ciento), artritis (23,5 vs. 32,3) y obesidad (20,0 vs. 27,3 por ciento). ¿Será que el alcohol nos protege de la artritis, el asma y la obesidad? ¡Por supuesto que no! Y decir que el alcohol le provee mejor empleo al bebedor y un médico privado (además de conocimientos superiores sobre la salud) es aun más improbable.
Estos dos grupos ?los bebedores moderados y los no bebedores? eran claramente distintos en muchos otros detalles. ¿Cómo podemos determinar entonces que beber moderadamente beneficia nuestra salud? ¡No podemos! Es relativamente fácil calcular cuántos años de vida productiva pierden los 8 de cada 100 bebedores moderados que se tornan alcohólicos. Este grupo ha sido estudiado cuidadosamente. Lo que no podemos determinar son los beneficios para la salud de los 92 restantes, porque quizá no haya ninguno. El consumo moderado de alcohol puede ser únicamente un signo de un estilo de vida más saludable, no su causa.
Hay una investigación que demuestra que el vino es un signo de un estilo de vida más saludable. Un grupo de científicos analizó las compras de víveres según 3,5 millones de transacciones escogidas al azar de dos grandes cadenas de supermercados en Dinamarca.2 Los clientes fueron clasificados en varias maneras, y dos de esas clasificaciones se basaron en la compra de bebidas alcohólicas: los que compraban “vino únicamente” y los que compraban “cerveza únicamente”.
Los científicos encontraron que los que compraban “vino únicamente” también compraban más aceitunas, frutas, vegetales, pollo y productos lácteos bajos en grasa. Por otra parte, los compradores de “cerveza únicamente”, además de cerveza, compraban más alimentos precocidos, más azúcar, jamones, papitas, carne de cerdo y salchichas, y compraban más mantequilla o margarina; todo esto más insalubre que los víveres comprados por los clientes que compraban “vino únicamente”. En este estudio, el vino era un marcador de la selección de alimentos saludables. Fue claro que no eran la causa de tal selección.
En resumen, ¿el consumo moderado de alcohol es bueno o malo para su salud? Sabemos a ciencia cierta que es malo para los 8 de cada 100 bebedores moderados que llegan a ser alcohólicos. Para los 92 que sobreviven la ruleta rusa, la respuesta es: “No sabemos”. En vista a todas las diferencias adicionales que se han documentado entre los bebedores moderados y los no bebedores pareciera mucho más probable que beber moderadamente sea simplemente una marca de un estilo de vida saludable y no su causa. Es verdad que quienes beben moderadamente son más saludables, más ricos y “sabios”, pero su salud, riqueza y conocimiento probablemente se deben a haber asistido a la escuela durante más tiempo, a hacer ejercicio de manera más regular y a comer de manera más saludable que a la cantidad de alcohol que beben.
Nos resta entonces una pregunta importante: ¿Valdrá la pena el riesgo?
El autor es profesor de Patología y Anatomía de la Univesidad de Loma Linda, en California.