Número actual
 

Jesús no nació el 25 de diciembre! Esta es una forma poco amable de comenzar un artículo sobre una de las celebraciones más importantes en el mundo, pero es la realidad.

Todavía me acuerdo de ese 24 de diciembre. Me acosté con la esperanza del regalo navideño. ¡Esa noche festejábamos el nacimiento de Jesús, pero alguien supuestamente vestido

de rojo me traía un regalo! No lo entendía, pero me interesaba el regalo.

Esa noche me quedé despierto para verlo en persona y, ¿por qué no?, sacarme un par de dudas y hacerle unas preguntas. Hasta que lo vi entrar por la puerta con una caja en la mano. No tenía barba ni estaba vestido de rojo; tenía un pijama y se parecía mucho a mi padre. ¡Era y siempre fue mi papá! Luego de descubrir el inofensivo engaño, me dije a mí mismo: ¿A quién le importa la Navidad? Casi diría que perdí el interés en la confusa celebración, hasta que, con más edad y madurez, me concentré en el acontecimiento histórico que dividió la historia en dos partes: un antes y un después.

Antes de continuar, permíteme aclarar algunas cosas que me ayudaron a darle sentido a la celebración, sin importar tanto la fecha.

¡El Rey nació!

¡El Hijo de Dios sí nació! Su encarnación fue una realidad. Los hebreos esperaban con ansias el nacimiento del Mesías. Mateo y Lucas nos entregaron la historia de su nacimiento bajo el reinado de César Augusto (ver S. Lucas 2:1), cuando Publio Sulpicio Quirinio, o “Cirenio”, era gobernador de Siria (vers. 2), y Herodes controlaba Palestina (S. Lucas 3:1). El historiador y senador romano, Cornelio Tácito (55-120 d.C.), menciona a Cristo. Esta sería la primera fuente pagana que hable de él. En su obra final, Anales (116 d.C.), Tácito corrobora el hecho histórico de la ejecución de Cristo por Poncio Pilato.

Aun con estas referencias históricas, el día del nacimiento de Jesús es desconocido. Además, los primeros cristianos no celebraron el nacimiento de Cristo ni de nadie. Los nacimientos y las fechas de cumpleaños fueron siempre festividades romanas y paganas, dedicadas especialmente a sus dioses. En 245 d.C., Orígenes de Alejandría dijo que era un gran pecado pensar en la celebración del nacimiento de Cristo. ¡Eso era solo para los paganos! La gran celebración de los cristianos siempre fue la resurrección de Cristo, ¡el triunfo sobre la muerte que le da sentido a la promesa de vida eterna en Cristo Jesús!

¿Cómo llegamos al 25 de diciembre?

Mucho de esto tiene que ver con una vieja fiesta romana de mucho antes del nacimiento de Cristo. Se llamaba Saturnalia o “fiesta al Templo de Saturno”. Se celebraba del 17 al 23 de diciembre. La fiesta era violenta, desenfrenada, sin restricciones, pero tan popular que en muchas regiones la continuaban hasta fines de diciembre. Aunque después fue excluida del calendario oficial romano, ya estaba encarnada en la cultura del pueblo y se seguía celebrando y añadiendo otros elementos, como dar regalos.

En 311 d.C., se terminó oficialmente la gran persecución de los cristianos, se promulgó el Edicto de Tolerancia, se les devolvieron sus tierras, y se les dio el derecho de practicar su religión. En 312 d.C., Constantino se convirtió al cristianismo y cambió el rumbo de la historia y el futuro de la iglesia. Para 313 d.C., el cristianismo había sido legalizado en todas las regiones romanas luego de que Constantino firmara el Edicto de Milán. En 325 d.C., se celebró el primer Concilio de Nicea, y Constantino ayudó a estandarizar las creencias del cristianismo por primera vez como algo oficial del Estado. Desde entonces y durante unos años, el cristianismo y el paganismo caminaron como fuerzas paralelas dentro del Estado.

Los cristianos intentaron convencer a Constantino de que aboliera el paganismo, su obsesión con el sol y la festividad del 25 de diciembre, pero esto era tan popular que fue imposible. La iglesia, que no quería ser desagradecida con todo lo que Constantino había hecho por ella, comenzó a celebrar la “Misa de Cristo” (Cristesmaesse, o Christmas en inglés). El primer registro de la celebración de la Navidad (Christmas) fue del 25 de diciembre de 336 d.C. Años más tarde, el Papa Julio declaró oficialmente que el nacimiento del Mesías sería celebrado el 25 de diciembre.

Así, la iglesia intentó disolver la fuerza de esta súper festividad pagana, reemplazándola por elementos cristianos. Se quitó al “Sol” de en medio y se lo reemplazó por “Cristo”. Desde entonces, el 25 de diciembre le pertenece a Cristo, con los elementos más rescatables de la festividad romana: el banquete, la alegría, los regalos, etc.

La festividad en nombre de Cristo se difundió rápidamente por el Imperio. En 380 d.C. se aceptó la Navidad en Constantinopla, la capital del Imperio Romano de Oriente (330-395). En 382 d.C. la celebración llegó a Alejandría, en 430 d.C. llegó a Egipto, y en 440 d.C., a Jerusalén.

¿A quién le importa la Navidad?

Al 92 por ciento de los estadounidenses y al 96 por ciento de los cristianos les importa celebrar la fecha de Navidad; también el 81 por ciento de los que no profesan el cristianismo la celebran como un momento especial y familiar.

Cerca del 45 por ciento de la población mundial considera la Navidad como una celebración importante. History.com acierta al afirmar que la Navidad es la celebración popular más importante del mundo. Es decir, la vida de Cristo, su nacimiento, su historia y, de alguna manera, la razón de su venida, están presentes en casi todo el mundo. El profeta lo había anticipado: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6).

No sabemos el día ni la hora de su nacimiento, pero vino, dividió la historia, cambió vidas y su historia de amor continúa cautivando al mundo. No sabemos el día ni la hora de su regreso, pero vendrá, dividirá la historia del universo, cambiará los destinos eternos de las personas, y su historia de amor seguirá cautivando nuestro intelecto e incrementando nuestra devoción por la eternidad “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).

No importa si el nacimiento de Jesús fue o no un 25 de diciembre; lo que sí importa es la historia detrás de esa fecha. El Mesías sí nació y vivió entre nosotros. Lo hizo para amarte de cerca, para demostrarte que eres importante para él, aunque por error humano su nacimiento se ancló en la historia en diciembre.

La historia de este mundo se quiebra en un antes y un después de la venida de Cristo. Hoy, tu vida también puede tener un antes y un después. Pídele a Jesús que divida tu historia en dos. No importa si eres religioso o no, la Navidad sí importa, porque nos recuerda que el gran Dios Todopoderoso tiene un plan: amarte por la eternidad.

El autor es doctor en Teología aplicada, y escribe desde Orlando, Florida.

¿A quién le importa la Navidad?

por Walter Castro
  
Tomado de El Centinela®
de Diciembre 2017