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Hace unos meses atrás, me encontraba haciendo una de las cosas que más me gusta del ministerio pastoral, dando un estudio bíblico a una persona sobre el tema del origen del pecado y sus consecuencias en nuestro mundo actual. Después de analizar lo que sucedió con Lucifer en el cielo nos dispusimos a saber como había comenzado en nuestro planeta y, por supuesto, tuvimos que ir al libro de Génesis, en sus primeros capítulos, para encontrar apoyo para nuestro estudio.

Cuando llegamos a Génesis 1:29, mi estudiante se sorprendió de que Dios mismo hubiera establecido la dieta alimenticia ideal para el ser humano. Advirtió que esta estipulación no era solo para los judíos como algunos dicen, y que era bastante específica.

Procedí a explicarle un poco más el tema, pero él seguía leyendo los versículos posteriores a Génesis 1:29. Me pareció que no me estaba prestando atención, ya que tenia su mirada fija en la Biblia abierta que sostenía en sus manos, pero luego con un sobresalto dijo: “Aquí también habla acerca del sábado”. Noté que se refería a Génesis 2:1-3, donde la Biblia dice que Dios, después de crear todos los componentes de nuestro planeta Tierra, descansó el sábado, lo bendijo y lo santificó.

El estudiante no podía contener sus emociones y mirándome fijamente a los ojos me dijo: “También me dijeron que el sábado fue dado para los judíos”. En forma jocosa le respondí que, al parecer, los judíos eran un pueblo tan especial para Dios que ellos fueron los únicos que recibieron bendiciones tan importantes como una dieta saludable y un día de reposo y consagración.

Bendiciones ignoradas

Aquel hombre estaba encontrando verdades preciosas que han estado allí en la Biblia durante siglos para beneficio de la humanidad, pero que muchos han ignorado, y en su lugar han seguido tradiciones que no tienen ningún fundamento. A menudo han prestado atención a las excusas y comentarios de otros para no obedecer a Dios.

Por supuesto que yo también he escuchado las declaraciones a las que el estudiante se refería. Varias personas me han dicho que la dieta alimenticia ideal, el sábado y otros principios bíblicos, fueron dados por Moisés y son parte de la ley de Moisés, y por lo tanto ya no están vigentes para nosotros. Si esto fuera así, yo estaría muy disgustado con un Dios que solo estuvo preocupado por la felicidad y la salud de Adán y Eva y de sus parientes cercanos y de los judíos de siglos posteriores. Nosotros, que también somos sus hijos, aparentemente no tendríamos ninguna importancia para él.

Obviamente, esto no es cierto. Nosotros, como hijos de Adán y Eva, somos amados igualmente por Dios. Él desea la felicidad de toda la humanidad: de los judíos y también la nuestra.

El apóstol Pablo lo menciona de esta manera: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29).

Permítame darle un ejemplo. En San Mateo 3:16 y San Lucas 3:23 la Biblia dice que Jesús fue bautizado en el río Jordán cuando tenía más o menos 30 años por Juan el Bautista. Según la Biblia, Dios le dio a Juan el mandato de bautizar.

Juan mismo dice: “Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo” (S. Juan 1:33). Puedo entonces decir que Dios mandó a Juan el Bautista a bautizar. ¿Qué pasaría si alguien dice que no tiene que bautizarse porque el bautismo es la ley de Juan el Bautista y fue solamente para los judíos o en este caso para los apóstoles y que no se aplica más a nosotros? Si seguimos esta línea de pensamiento equivocada, podríamos decir que tampoco debemos recibir las profecías del profeta Daniel sobre el fin del mundo, que se encuentran en el libro que lleva su nombre, porque fueron dadas por Daniel. Esto no tiene sentido.

Usted puede notar que el mandamiento o la profecía, siguen siendo el mensaje de Dios, ya sea que fueran dadas por Moisés o Daniel o Juan o cualquier otro escritor o profeta de la Biblia. No podemos dar crédito a Juan el Bautista por la invención del bautismo, Dios le pidió que bautizara.

Un día de reposo para todos

El tema del sábado aparece en el Génesis y se repite en los Diez Mandamientos. La Biblia lo presenta de esta manera: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo [el sábado] para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20:8-11).

Dios es el dueño del sábado (ver S. Marcos 2:28), no Moisés, y se lo dio primero a Adán y Eva en el Edén y posteriormente a Moisés, para que a su vez lo diera al pueblo israelita en el desierto como un día especial de adoración a Dios, de encuentro y felicidad familiar.

Una vez más, no podemos dar crédito a Moisés por los Diez Mandamientos. Él no elaboró esos principios ni se sentó a pensar que debía decir al pueblo cuando bajara del Monte Sinaí. De hecho Dios dio a Moisés en el desierto lo que ya le había dado a nuestros primeros padres en el Edén, por lo menos en lo que se refiere al mandamiento del sábado, según Génesis 2:1-3. Moisés solo fue el instrumento humano que Dios usó para comunicar sus mandamientos a la humanidad.

Recuerdo a otro estudiante quien me dijo que no guardaba el sábado porque este fue dado solo para los judíos. Le pregunté por qué se había casado, ya que el sábado y el matrimonio fueron instituidos a la misma vez en el Edén según Génesis. Yo sabía que él estaba casado, tenía hijos y adoraba a la nietecita que ahora vivía en su casa. Me respondió que no entendía la razón de mi pregunta. Le dije que si seguíamos su razonamiento, tendríamos que decir que el matrimonio fue dado solo para los judíos. La expresión de su rostro reflejó su entendimiento del tema.

Todos los mandamientos de Dios fueron dados para la felicidad de toda la humanidad. Las familias que hoy no pueden comer, conversar o pasar tiempo juntas por causa del estrés producido por el trabajo o los compromisos, también tienen derecho a disfrutar de la felicidad y la paz que trae el sábado como lo hicieron Adán y Eva, los judíos y los discípulos de Jesús. Tanto el sábado como el matrimonio fueron dados para la felicidad del ser humano.

Después de la transgresión de la voluntad de Dios por Adán y Eva, el sábado tomó mayor relevancia aun. Ahora el sábado no es solamente el día de adorar a Dios, es también el día que nos recuerda que hemos sido creados por él, que hemos sido redimidos por Jesucristo y que en este día podemos descansar de las actividades que nos agotan y recuperar las energías perdidas.

Estimado lector, todas las cosas que Dios ha dado a la humanidad han sido para su deleite, felicidad y bienestar. El sábado no es la excepción, fue dado específicamente para que nuestros primeros padres y todos sus hijos, incluyéndonos a nosotros y los que nacerán hasta que Jesús venga, pudieran encontrarse con Dios en adoración a él y fueran felices en su presencia.

¿Puede usted imaginar la felicidad que Adán y Eva sentían cuando llegaba el sábado? Era algo semejante a lo que un niño siente en espera de la fiesta de su cumpleaños, lo que un abuelo siente cuando abraza a sus nietos, lo que un joven siente cuando tiene una cita para cenar con su novia o lo que una pareja siente cuando compra su primera casa.

Usted no tiene que limitarse a imaginar la felicidad que sentían Adán y Eva cuando se sentaban en el huerto del Edén para adorar a Dios en el sábado, sino que puede experimentar esa felicidad por usted mismo al apartar el séptimo día de la semana para adorar al Creador del Universo y reencontrarse con su familia. Está a su alcance, es su derecho y privilegio, solo es cuestión de decidir. ¿Desea usted añadir felicidad a su vida hoy?


El autor es coordinador de iglesias hispanas en el Estado de Wisconsin.

Porque también somos sus hijos queremos ser felices

por Evelio Miranda
  
Tomado de El Centinela®
de Septiembre 2012