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Hay en la Biblia un personaje que padeció una profunda depresión luego de haber vivido una situación de intenso y destructivo estrés. Ese hombre, curtido por la dureza de los vientos y las intemperies, poseía el carisma de los grandes predicadores religiosos que, en aquellos tiempos, todo el mundo respetaba y temía.

Aparece por primera vez en la Biblia cuando irrumpe en el palacio del rey Acab, de Israel, en Samaria. Cubierto por una capa hecha de pieles de animales salvajes y con un cinturón de cuero en la cintura (2 Reyes 17:1), su apariencia produjo temor y expectación en la misma corte. Ante el asombro y el estupor de todos, llegó hasta el trono del rey para lanzarle una profecía estremecedora: “Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1). Su voz atronadora dejó a todos paralizados. Antes de que el rey y los otros miembros de la corte pudieran reaccionar, Elías se retiró del palacio con gesto severo y solemne.

Pero no fue ese el momento cuando Elías cayó en depresión. Sigamos el relato bíblico.

Luego que imprecara al rey, Elías desafío a los falsos profetas de Baal, a quienes Israel seguía, para que hicieran descender lluvias sobre los campos sedientos. Y los profetas clamaron y clamaron por agua, y nada ocurrió. Pero cuando Elías invocó el nombre del Dios Altísimo, cayeron torrentes de aguas sobre las secas praderas de Israel (ver 1 Reyes 18).

Luego, enterada Jezabel, la mujer de Acab, rey de Israel, que el profeta de Dios había hecho descender del cielo fuego, primeramente, para consumar el sacrificio ofrecido a Jehová, y luego agua, como prueba de quién era el Dios verdadero (1 Reyes 18:39), mandó matar a Elías. Fue entonces cuando el profeta se hundió en una profunda depresión. La Biblia dice: “Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres” (1 Reyes 19:1-4).

Síntomas de la depresión de Elías

El relato bíblico narra el abatimiento y la postración en que cayó el profeta después de la jornada extenuante del Monte Carmelo. Y también relata que un ángel lo tocó, y le dijo: “¡Levántate, come!” (1 Reyes 19:5). Así, Elías miró y vio a su cabecera un pan cocido sobre las ascuas y un vaso de agua. Comió, bebió y se volvió a dormir. Entonces, por segunda vez el ángel del Eterno lo tocó y le dijo: “Levántate y come, porque largo camino te resta” (vers. 6, 7).

La narración de la depresión de Elías aparece en el capítulo 19 de1 Libro Primero de los Reyes. El texto es claro, preciso y conciso, aunque muy expresivo en la descripción de la experiencia del profeta. ¿Cuáles fueron los síntomas de la depresión de Elías?

  • Tristeza. Esta emoción se observa en su actitud, y especialmente en sus palabras de hastío, cansancio y deseos de morir.
  • Huida de la realidad y aislamiento. Dejó a su ayudante y se fue al desierto, para evitar compromisos y responsabilidades. Se aísló de la gente y se metió en una cueva (1 Reyes 19:9).
  • Cansancio extremo. Se acostó debajo de un árbol y durmió hasta que el ángel lo despertó para comer, para luego volverse a dormir.
  • Pensamientos recurrentes de muerte o temor a la muerte. Huyó porque temió la persecución de Jezabel, quiso morir y, aun en la cueva, insistió en la idea de la muerte.
  • Pérdida de la autoestima. Lo expresó cuando declaró: “No soy mejor que mis padres”. Elías era un hombre vigoroso y osado. Enfrentó al rey y a los 450 profetas de Baal y Astarté. Si ahora huía y se escondía en una cueva era porque se sentía incapaz e impotente.
  • Sentimiento de soledad. Creyó que era el único que padecía el mal. Pensó que sufría alguna maldición divina o injusticia especial. Expresó esto cuando, en la cueva, le dijo a Dios que Jezabel lo perseguía para matarlo y que era el único que había quedado vivo y fiel.

¿Cómo sucumbió a la depresión este hombre tan vigoroso, de personalidad avasallante y fuerte? ¿Acaso las personas religiosas, que tienen una relación intensa con Dios, pueden deprimirse? Es evidente que la depresión de Elías no se debió a la falta de fe o a un castigo divino. En todo momento, aparece en estrecha relación con el Ser Divino. Dios no censura ni reprocha a Elías; al contrario, como un terapeuta comprensivo y eficiente, lo asiste, lo ayuda y lo acompaña para que supere ese duro trance.

Entonces, ¿por qué se deprimió Elías? Se deprimió por un desgaste excesivo de energías, un cuadro de estrés intenso que lo llevó al agotamiento. Se debió al cansancio y a la fatiga acumulados, especialmente en aquella jornada agobiante y desgastante que vivió en el Monte Carmelo.

El tratamiento divino

¿Cuál fue el tratamiento divino que sacó a Elías de la depresión? La Biblia dice que fue un tratamiento que duró aproximadamente un mes y medio. Veamos los pasos:

  • Dieta sana. Describe el relato que un ángel le preparó la comida. Parece una dieta sencilla y sana, ya que menciona, por lo menos una vez, “pan cocinado al fuego y agua”. La dieta juega un rol importante en el tratamiento de la depresión. La comida debe ser sencilla, sin mucha elaboración, y a base de verduras, granos y frutas frescas. Además, hay que beber mucha agua. Por lo menos ocho vasos grandes cada día.
  • Descanso. Elías descansó y recuperó fuerzas en la cueva.
  • Actividad física. Dios le prescribió una actividad aeróbica: una caminata de cuarenta días.
  • Diálogo sereno. Es la terapia de la palabra, del intercambio de ideas, de la comunicación. El Terapeuta divino se acercó al profeta con la palabra justa y las preguntas adecuadas.

a. Pregunta reflexiva. “¿Qué haces aquí, Elías?” El Señor trata de convertir al profeta en observador de sí mismo. En otros términos, Dios le está dando varios mensajes implícitos, cuestionando sus temores y exhortándolo a cumplir sus funciones, compromisos y misión de vida.

b. Cambio de conducta. Dios le ordena: “Sal fuera”. Esta directiva tiene un alcance que va más allá de salir de la cuevañ también es un llamamiento a abandonar esa actitud temerosa y evasiva, para asumir sus responsabilidades. Posteriormente le da otra orden: “Vuélvete por tu camino”, que es como decir, “retoma tu camino”, “deja el extravío y recupera tu misión”.

c. El lenguaje de la naturaleza. El relato informa que luego Dios empleó un método de comunicación basado en tres fenómenos naturales poderosos: un huracán, un terremoto, un fuego y una brizna “apacible”. ¿Qué mensaje quiso trasmitirle? Parecería como si los tres potentes eventos naturales representaran las distintas etapas de la historia de Elías, y que ahora Dios le augurara una etapa más tranquila o “apacible”. El mensaje sería: “No te asustes, lo peor ya pasó, lo que viene es mejor. Confía en mí”.

No importa cuán mal te sientas tú ahora. Quizá te sientas agotado, cansado, triste y acabado luego de un año muy estresante. Pero piensa que enero te ofrece un nuevo despertar. Aférrate a la mano de Dios en esta hora, que colmará tus expectativas para volver a empezar.


El autor es consejero espiritual y conferenciante internacional. Escribe desde Silver Spring, Maryland. Basó este artículo en el capítulo siete del libro Decida ser feliz, del doctor Mario Pereyra. Si deseas más información sobre el libro, llama al teléfono 1-800-765-6955, o búscalo en.

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por Ernesto Castillo
  
Tomado de El Centinela®
de Enero 2014