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“Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.” (San Lucas 4:40)

La presión de conformarse a una cultura dominada por una moda que tiende a la delgadez convierte a los adolescentes y adultos jóvenes en un grupo vulnerable a los trastornos de la alimentación, tales como la anorexia nerviosa, la bulimia, y otros. Los medios modernos de comunicación envían el mensaje de que ser hermosa y atractiva equivale a ser excesivamente delgada, sin tomarse en cuenta sus efectos dañinos para la salud física. En los países desarrollados, los trastornos de la alimentación afectan a uno de cada 200 ó 300 jóvenes entre los 12 y 24 años de edad; y en los Estados Unidos se diagnostican alrededor de 5 millones de casos cada año. Debido a las consecuencias fatales de estos trastornos de la alimentación, son imperativos la pronta identificación y el tratamiento psicológico y médico apropiados.

¿Cuáles son las causas de estos trastornos?

No se ha establecido bien si uno o múltiples factores contribuyen o son la causa de estos trastornos. La mayoría de las personas los atribuyen a la vanidad, las tendencias de la moda, o a las expectativas irrealistas de la imagen corporal. La evidencia sugiere que hay un componente psicológico importante, relacionado con el temor de perder el control sobre lo que representa nuestro cuerpo. No se puede descartar completamente una influencia hereditaria, o una causa biológica debida a daño a los centros nerviosos en el cerebro que controlan el comportamiento alimentario y emocional. Varios científicos han citado las influencias del comportamiento cultural y familiar como una de las posibles causas de estos trastornos. De acuerdo a la Asociación Psiquiátrica Americana, los trastornos de la alimentación se clasifican como enfermedades psiquiátricas, y deben ser tratados por especialistas bien entrenados.

¿Se pueden reconocer estos trastornos?

Sí. Las personas con trastornos de la alimentación rehúsan mantener una ganancia de peso apropiado durante los años de crecimiento. Tampoco mantienen un peso corporal ideal cuando llegan a la madurez. Además, tienen percepciones distorsionadas sobre su figura, y demuestran un temor intenso a la ganancia de peso. Los afectados por anorexia nerviosa se muestran demacrados, y aun así afirman que están pasados de peso. Manifiestan temor hacia los alimentos, reducen drásticamente su ingesta de calorías, realizan ejercicio en exceso, utilizan medicamentos para controlar su peso de forma anormal (laxantes y diuréticos), e inducen el vómito después de comer. Al contrario, los pacientes con bulimia pueden aparentar un peso normal o hasta un sobrepeso leve. Comen en exceso, pero luego provocan el vómito. Estos comportamientos producen sentimientos de culpa, ineptitud, una autoimagen muy pobre, depresión, y una serie de achaques físicos que en muchos casos pueden ser fatales.

¿Hay consecuencias negativas a causa de estos trastornos?

Los estudios científicos demuestran una variedad de enfermedades que se atribuye a los trastornos de la alimentación. Johnson y sus colegas, de la Universidad de Columbia, observaron a 717 adolescentes, y encontraron una correlación muy fuerte entre los trastornos de la alimentación y un estado pobre de salud mental y física.

Las personas que sufren de estos trastornos crean un ciclo vicioso entre el estado físico y el estado mental, y en muchos casos es difícil identificar cuál es el causante del otro. Se observa una pérdida considerable de peso, y se detiene el crecimiento y el desarrollo en los adolescentes. Debido a la falta de nutrientes, ocurre un desgaste muscular generalizado, incluyendo en los órganos internos como el corazón, lo cual impide el funcionamiento cardíaco normal. Es común que se desarrollen alteraciones en el ritmo cardíaco, relacionado a un aporte inadecuado o pérdida de electrolitos, tales como el potasio, el calcio, el magnesio, el fósforo, y otros. En casos severos, esta alteración del ritmo puede provocar un paro cardíaco.

La exposición a concentraciones altas de ácido gástrico, a causa de los vómitos inducidos repetidos, aumenta las caries dentales, provoca inflamación y dolor en las glándulas salivales y daña el esófago. Además hay pérdida de calcio, fósforo y otros minerales, lo que provoca la desmineralización de los huesos y la osteoporosis. El sistema inmune se debilita y hay una tendencia a las infecciones. Se prolonga el periodo de recuperación después de cualquier enfermedad. Los afectados por estos trastornos también sufren de mareos, presión sanguínea baja, estreñimiento y dolor abdominal, anemia, pérdida de cabello, trastornos del sueño, pérdida de la memoria, irritabilidad, depresión, dolores generalizados, fatiga, la falta de concentración, ansiedad y cambios de la personalidad.

¿Hay una cura para estos trastornos?

Cerca del 40 por ciento de los pacientes que reciben tratamiento adecuado para los trastornos de la alimentación se cura. La tasa de mortalidad es del 1 al 3 por ciento, debido a la desnutrición, un paro cardíaco o el suicidio. Un deseo de cambiar es el primer paso hacia un tratamiento efectivo, porque muchos de los afectados viven en un estado de negación. La familia o los amigos de estas personas a menudo se niegan a reconocer el problema. La intervención adecuada, coordinada por el médico familiar, requiere un examen médico cuidadoso y la colaboración de otros profesionales del área de la salud, con consejería nutricional, psicoterapia, orientación espiritual, y el establecimiento de un programa de ejercicio y bienestar físico.

Algunos estudios científicos indican que hay una relación entre las alteraciones del nivel de serotonina (un mensajero químico cerebral) y los trastornos de la alimentación. A medida que se llegue a un mejor entendimiento del papel de estos químicos en la función cerebral y en el comportamiento, se conocerán mejor las causas y los tratamientos efectivos para estas enfermedades complejas.

¿Tiene la familia un papel en la recuperación?

Los miembros de la familia a menudo no se percatan de los cambios sutiles de comportamiento en los pacientes con trastornos de la alimentación. Los consejeros familiares sugieren que una dinámica familiar disfuncional puede ser un factor que contribuye a estas enfermedades. En algunas culturas, es común expresar una actitud de rechazo hacia el enfermo. Una terapia profesional que promueve la comunicación abierta entre los miembros de la familia puede facilitar la expresión de sentimientos de culpa, ansiedad, rechazo, y frustración. Esto ayuda al tratamiento y al alivio de la enfermedad. Una actitud de aceptación general debe ser adoptada por todas las personas que apoyan a la persona afectada.

Aseveración final

Nuestra sociedad tiende a colocar un estigma sobre las personas que sufren de un trastorno de la alimentación, y minimiza el impacto que puede tener tal trastorno en su salud general. Jesús nos llama a desarrollar una actitud de cuidado y compasión cuando atendemos las necesidades de los enfermos, aunque la enfermedad sea de naturaleza física, espiritual o psicológica. Es nuestra decisión seguir su ejemplo: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).


Sofia Puerto es una enfermera educadora en el Sistema de Cuidados de la Salud VA en Loma Linda, y Catedrática Adjunta en la Escuela de Enfermería en la Universidad de Loma Linda. Carmen Llerandi Phipps es la Jefa de la Sección Administrativa de Nutrición y Servicio Alimentario en el Sistema de Cuidados de la Salud VA en Loma Linda, y una Catedrática Adjunta en las Escuelas de Salud Pública y Profesiones Afines de la Salud de la Universidad de Loma Linda.

Trastornos de la Alimentación que Afectan a Nuestros Jóvenes

por Sofía Puerto y Carmen Llerandi Phipps
  
Tomado de El Centinela®
de Marzo 2006