En la esquina de una transitada calle de Atlanta, Georgia, detenida por la luz roja del semáforo, una familia millonaria esperaba en su lujoso automóvil. La hija, que viajaba en el asiento de atrás, observó que el conductor de un automóvil negro que esperaba junto a ellos parecía también una persona rica. Luego miró a su izquierda y vio a un pordiosero que pedía limosna. El profundo silencio se rompió cuando la hija adolescente preguntó a sus padres: “¿Por qué la persona del auto del lado derecho es rica y por qué la del lado izquierdo es pobre?” Sus padres, careciendo de una respuesta, aprovecharon la luz verde para continuar su camino.
En la conversación de sobremesa, después de la cena, la hija los incomodó con la misma pregunta. Motivados por aquella inquietante inquisición de la adolescente, la familia millonaria decidió vender la mitad de sus pertenencias. Con ese dinero cambiaron la vida de miles de personas pobres. The Power of Half [El poder de la mitad] es el título del libro que relata esta experiencia: una familia millonaria que construyó viviendas en comunidades pobres y llevó esperanza a los que no tenían nada con solo la mitad de su fortuna.
Una vida de mayor influencia
Una historia de mayor trascendencia se ha contado en todo el mundo en los últimos dos mil años. Es la historia de la vida, muerte y resurrección de Jesús, que no solo entregó la mitad de su ser, sino que lo dio todo para beneficiar a la humanidad.
Su vida y sus enseñanzas han impactado a millones de personas a lo largo de la historia. Jesús no viajó más allá de 300 kilómetros desde el lugar de su nacimiento, pero sus enseñanzas han llegado hasta el último rincón de la tierra. No asistió a la escuela, pero es llamado el Gran Maestro. Solo llamó a doce, pero hoy millones se declaran sus discípulos. Jesús nació, vivió y murió en la pobreza, pero hoy multitudes han mejorado su calidad de vida mediante sus enseñanzas. De este modo se cumplieron sus palabras: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia” (S. Juan 10:10).
Su influencia sigue creciendo
Lo intrigante de su historia es que ni aun el paso de los siglos ha logrado que la humanidad olvide al humilde caminante de los polvorientos senderos de Palestina. Aun sus críticos han reconocido que hay algo especial en Jesús. Cuando le preguntaron al escritor inglés H. G. Wells quién fue la persona que dejó la huella más imperecedera en la historia, él respondió: “Yo soy historiador, no soy creyente, pero debo confesar como historiador que ese predicador de Nazaret que no valía un centavo, es irrevocablemente el centro de la historia. Jesús es fácilmente la figura más dominante de la historia” (www.why-Jesus.com/history.htm).
El Jesús histórico
Esto es verdad porque en nuestro mundo posmoderno tanto políticos, filósofos, filántropos, activistas sociales, como defensores de los derechos humanos, buscan fortalecer sus causas identificándose con las enseñanzas del Jesús de la historia. Sus enseñanzas trascienden las fronteras del cristianismo y se han globalizado para influir en toda la humanidad.
El mundo de Jesús era dominado por la cultura hebreo-greco-romana. Él quebró los moldes y los paradigmas de su tiempo y estableció una nueva filosofía de vida. En el Sermón del Monte (S. Mateo 5-7) estableció las bases de su reino. Las enseñanzas de Jesús continúan impactando en nuestro tiempo el ámbito sociocultural, económico, religioso, al igual que la moral y la ética de nuestras comunidades. Veamos algunos ejemplos:
- Jesús y la dignidad de la mujer: En los tiempos de Jesús la mujer era considerada un objeto y no tenía derechos ni privilegios. Jesús cambió esa tendencia y buscó el encuentro con la mujer samaritana (S. Juan 4:5-42). También elevó a la mujer a un lugar de privilegio y de servicio cuando permitió que una mujer de reputación dudosa y con un historial oscuro ungiera su cuerpo para la sepultura (S. Mateo 26:6-13). Sin olvidar que fueron mujeres las primeras que anunciaron su resurrección (S. Mateo 28:5-7). La dignidad de la mujer en los países cristianos en el siglo XXI encuentra buena parte de sus raíces en las enseñanzas del Jesús histórico.
- Jesús defendió a los pobres: Cristo fue un defensor de los pobres sin relegar a los ricos. En su encuentro con el joven rico (S. Marcos 10:17-21), después de ministrarlo, pensó también en los pobres. Sintió compasión por las multitudes que no tenían qué comer (S. Marcos 8:2). Este espíritu de compasión por los menos privilegiados ha perdurado por los siglos y se manifiesta hoy en la vida de los verdaderos seguidores de Jesús.
- Jesús el Divino Sanador: Jesús dedicó gran parte de su ministerio a la sanidad. Por las aldeas de los marginados, él impartía el bálsamo sanador para curar a los enfermos y aliviar su dolor. Siguiendo el modelo de Jesús, el cristianismo ha incorporado el ministerio de la atención de los enfermos a través de hospitales en todo el mundo. Me impactó el caso de Yan Jin, una joven que abandonó una vida cómoda para ir a una comunidad olvidada de leprosos en la China. Me impresionó verla lavando manos y rostros deformados por la enfermedad. Esta es la forma silenciosa como se inmortalizan las enseñanzas de Jesús y su amor por los enfermos. Estos son los irrefutables argumentos de la existencia de Jesús y del poder de sus enseñanzas que permanecen con nosotros.
El Cristo de la fe
Además del Jesús histórico, quiero presentarles al Cristo de la fe. El catedrático Roberto Pereyra dijo: “El hecho de que Jesús haya existido y haya muerto es un acontecimiento que debe ser verificado mediante la investigación histórica. Pero la información de que su muerte fue ‘por nuestros pecados, conforme a las Escrituras’ es una interpretación inspirada que debe ser entendida por la fe, en el marco de las Escrituras como Palabra de Dios” (http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3000038).
La vida de Jesús
La imagen más clara que tenemos de Dios es a través de la vida de Jesús. Él vino a revelarnos al Padre. Conocer a Jesús es conocer a Dios (S. Juan 14:8, 9). Nos enseñó el amor y nos mostró la calidad de vida que deben vivir los que deciden aceptar los principios de su reino. Pero lo más glorioso de la vida de Cristo es que los méritos de su vida perfecta le son acreditados por fe al pecador (Romanos 5:10).
La muerte de Jesús
La muerte de Jesús no fue una tragedia sino la respuesta de Dios al mayor problema de la humanidad, el pecado. La muerte del inocente fue en sustitución del pecador. (2 Corintios 5:21). Él llevó sobre su cuerpo en el madero nuestros pecados (1 Pedro 2:24).
En la cruz colocaron la inscripción INRI, que en latín se lee Iesvs Nazarenvs Rex Ivdaeorvm, que traducido es “Jesús de Nazaret Rey de los Judíos”. Estaba escrita en las tres lenguas dominantes de ese tiempo: hebreo, griego y latín, significando la universalidad del sacrificio de Jesús. Es para todas las personas, en todo lugar y en todo tiempo. Aun las personas con una moralidad aceptable para la sociedad, necesitan el beneficio de la muerte de Jesús para ser salvos. Usted puede hoy ser salvo si cree en Jesús (Hechos 16:31).
La resurrección de Jesús
De todos los fundadores de las grandes religiones, la única tumba que aún permanece vacía es la de Jesús. El ángel dijo a las mujeres: “No está aquí, pues ha resucitado” (S. Mateo 28:6). Esto hace del cristianismo una experiencia religiosa diferente. Si Jesús no hubiera resucitado, nuestra esperanza estaría encerrada en un sepulcro en Palestina. Aquel día no solo resucitó Jesús, sino también la fe y la esperanza de sus seguidores.
Conclusión
Puesto que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida (S. Juan 14:6), y que no hay otro nombre debajo del cielo en que podamos ser salvos (Hechos 4:12), lo invito, querido lector/a, a recibir hoy en su corazón el beneficio de la vida, muerte y resurrección de Cristo.
El autor es conferenciante internacional y escribe desde San Diego, California.